A principios de los 90 se celebró en Alemania, un simposio centrado en la preocupación por la Naturaleza, algo que parecía muy ambicioso y genérico porque naturales somos todos, incluidos los seres humanos aunque no falte en este mundo tan variopinto de la Ecología, quienes sostengan que la Naturaleza está como está, solo por culpa nuestra, exceptuados los acusadores.

Partiendo de suponer catastrófica la situación que reunía a los asistentes, el debate fue apartándose de asuntos menores para centrarse en un objetivo epopéyico: indagar qué beneficios se obtendrían de "una Naturaleza en paz".

Pero semejante abordaje, aparte de exceder los límites de la ecología precisaba saber si hubo antes o podría existir mañana, paz en la Naturaleza, si el mundo animal incluida su especie más racional estarían alguna vez, en condiciones de derogar la hasta ahora imperecedera ley del pez grande que se come al chico y si a esa lucha se le podía aplicar la metodología de la lucha de clases.

Como el mundo de la Ecología está revestido de una ternura que a veces, es solo de oropel pero irrenunciable si se quiere mantener el tenderete, resultó imposible persuadir a los más pertinaces que no suelen ser los más agudos, de que la Naturaleza nunca propició la paz y que a partir del ser primigenio que originó la aparición y diversificación de las especies, todas ellas están irremisiblemente empeñadas en una lid que durará lo que dure el mundo.

De ahí que lo probable es que los depredadores sigan comportándose "según Naturaleza"; por ejemplo, es de prever que los elefantes continúen deforestando la tierra, que el león persista en perseguir a las gacelas, que nadie domestique a las bacterias y que tampoco nadie aclare qué es más ecológico, si salvar a las cabras salvajes de Artá o al palmito mediterráneo.que tanto les gusta.

La ecología nos es indispensable pero las plantas y los otros animales nunca llegarán a un entendimiento con esos bípedos que tanto hablan de proteger la Naturaleza y luego la utilizan en provecho propio. Todo natural porque somos actores de la misma obra y con iguales tendencias. Por ejemplo, es inútil liberar a los visones cómo hizo algún iluso en Galicia porque luego van y no respetan a las gallinas aunque más cruel es la matanza de focas a palos, en Canadá.

En aquel simposio nadie dio con la fórmula precisa para que la Naturaleza que es como sostiene un poeta malagueño, "una madre desnaturalizada", viva en paz con todas sus criaturas; o sea, que de entonces a hoy no sé si se habrá avanzado mucho salvo en reglamentaciones administrativas, pero sí sabemos que la Madre Naturaleza, la Pacha Mama de los aimarés, continúa encendiendo volcanes, generando tifones y terremotos, lloviendo cuando quiere y nunca a gusto de todos.

Todos hablaron de proteger a la Naturaleza pero nadie se atrevió a decir cómo, aunque los más enfáticos parecían muy convencidos. También hubo quien descendiendo del Olimpo o quizá del Limbo, se manifestó "casi seguro de casi todo". Tampoco faltaron acusaciones con patrocinio comercial y sobre los debates del simposio sobrevoló una pregunta inquietante: "¿Cuánta Humanidad puede soportar la Naturaleza?" sin que nadie suscitara otra pregunta igual de desazonante para nuestra especie: ¿cuánta Naturaleza puede tolerar la humanidad? Hay que amar y cuidar de aquella sin desoír a los que sostengan que ese amor no debe ser tan apasionado para que sea eficaz. Esperemos que la pasión por los mensajes pesimistas, no lleve algún día a que el género humano decida heroicamente diezmarse para no molestar tanto, al resto de los habitantes del planeta si bien, llegados a tan dramático extremo, dudo que haya voluntarios.

El que me contó esas cosas de tal simposio, ecólogo antes que ista , opinaba a título personal, que él había echado en falta una mayor consideración del prójimo. ¿Qué quiso decir? Pues que aquellas reuniones sensibilizaron a todos los asistentes pero que nadie había hecho notar que siendo tan edificante la emocionada preocupación que se prestó a parajes, animales y plantas, el ser humano no parecía inquietar al simposio; como si no fueran partes de la Naturaleza.

Y a mi me viene ahora a la cabeza, la delirante o mal explicada política de las Zepas ideada o aceptada ladinamente por la UE que privará de centenares de hectáreas de regadío a Monegros, para que las avecicas del cielo y no sé bien qué microorganismos tengan donde asentarse a despecho de los agricultores, también hijos de Dios.

Algún día hablaremos de este asunto pero a favor del prójimo más próxim o sea los de la propia especie, que en este caso y pese a los contradictores que haya, son los monegrinos.