El papa Francisco, pobre hombre, ha reclamado una Navidad más espiritual, porque la celebración del nacimiento de Cristo se ha convertido en una orgía consumista durante la cual los que aún pueden (agregados mal que bien a los que podrán siempre) comen, beben, se hacen regalos, salen de fiesta y montan las consabidas barrilas familiares. Ya sabe Su Santidad que semejante desfogue no solo implica un materialismo absoluto, sino que además es muy malo para la salud de las almas. La prueba está en que de estas fechas salen muchos divorcios, muchas rupturas de comunicaciones (entre cuñaos, por ejemplo, que lo mismo el uno es del PP, el otro de Cs y el tercero de Vox) y mucho pecado mortal (pues es fácil saltar de la gula, la pereza y la lujuria a la soberbia y la ira).

Bueno, allá el Papa con sus cosas. Bastante tendrá con hacerse entender por su propia parroquia, cuya facción más ordenada le tiene ya por un tardoperonista entregado a al teología de la liberación y quién sabe a qué otras herejías. A mí, particularmente, lo que me desquicia de estas fechas son los anuncios en la tele. Desde tal perspectiva, uno llega a suponer que la Navidad es una simple campaña publicitaria. Tremenda, eso sí. Más larga que la del Black Friday, más pesada que la del día de la madre o el padre, más insidiosa que cualquier otra... pues se dirige sucesivamente a todas las edades alentando sus peores instintos.

Enchufen ustedes la ventanita luminosa y verán lo que es bueno. En ese espacio audivisual mi bestia negra son los spots dedicados a los perfumes. ¡Qué tabarra! Y el flipante desfile de voces susurrantes, chicas anoréxicas, chicos vigoréxicos, estrellas, modelos, viejas glorias, estanques floridos... No hay olfato que dé tanto de sí. Justo entonces aparece el anuncio del año, el de un producto que se llama V.I.Poo (viaipú), un espray que permite conservar el glamour en el retrete: echas una rociada en el inodoro, haces popó... y mantienes a raya todo aroma desagradable. Así, quien pase luego a saludar al señor Roca no notará que has resuelto el apretón. Genial.