Con la primera reunión entre los sindicatos y la dirección de Opel Europa celebrada ayer se ha abierto la complicada negociación destinada a concretar y matizar el plan de ajuste decidido por General Motors. Mientras, bueno será que quienes se sitúan en el contexto de tan delicada situación sepan estar a la altura. Y en tal sentido no parecen muy adecuados los intentos del Gobierno de Aragón de quitar hierro a la pérdida de seiscientos empleos en Figueruelas.

Aragón tal vez esté en condiciones de afrontar una mínima reducción de plantilla en la factoría zaragozana, pero de entrada hay que intentar limitarla; entre otras cosas porque Opel España (que sigue siendo muy importante para la economía de nuestra región) ha estado beneficiándose del apoyo oficial precisamente para que mantuviera su actividad plena y porque, si ahora se habla de seiscientos puestos de trabajo menos, nadie garantiza que dentro de algún tiempo de otros cientos o miles más. Opel está topando con más obstáculos de los previstos a la hora de remontar el vuelo y volver a beneficios. Pero esto no es culpa de los trabajadores de Figueruelas, que han cumplido siempre con su cometido y sus compromisos; la responsabilidad está en otros niveles.