Cuando Jordi Évole se sentó en la mesa con dos tipos que justificaban todo lo hecho por ETA, cuando además le dijeron que no se arrepentían de los crímenes, le entró a Jordi una pequeña tembladera. Supo también que esas confesiones le iban a salvar el programa (Salvados, La Sexta).

Se había desplazado el periodista a Rentería para pulsar el ánimo del País Vasco, ahora que parece que todo se ha calmado. La crispación, en efecto, se ha larvado, pero la tensión se mantiene. Lo contó un concejal del PP, que se metió en estos líos porque ETA había asesinado a siete conocidos suyos, tres de ellos concejales. Dijo algo que es la clave de estos asuntos: «Si no has vivido en el País Vasco, no puedes entender lo que se siente». Yo estoy de acuerdo. Si no has hecho la mili no se sabe lo que es hacer una guardia a las cuatro de la madrugada. Hay que hacerla.

Casualmente, Risto Mejide, escogió para su Paseando con Chester (Cuatro) un tema similar, la entrevista con una viuda del terrorismo. Así que si querías zapear te encontrabas aquí y allá con el mismo paisaje y la misma música. Pero Jordi fue más lejos: rindió una pequeña visita a la esposa de un etarra preso en el sur. Y en efecto, para los que no hemos vivido allí, todo es asombroso.

Especialmente cuando esta mujer cuenta que empatizar es también ponerse en la piel de ellos como víctimas. ¿Qué victimas, te dices asombrado? No lo sé. No he nacido allí. No entiendo nada.