La deuda de Zaragoza Alta Velocidad supondrá el año que viene al ayuntamiento de la capital aragonesa un desembolso de más de un millón de euros al mes. La cifra, nada desdeñable, limita las inversiones y las mejoras en equipamientos o servicios, hasta el punto de que, por ejemplo, triplica la partida de la operación asfalto o representa casi lo mismo que liquidar la obra del tranvía. Mientras el Gobierno ha rescatado a la banca quedándose los pufos inmobiliarios en la Sareb, las arcas de los municipios agonizan por sus suelos sobrehipotecados y sus activos tóxicos. ¿Dónde queda el interés general?