En vez de viruelas, virus a la vejez, debió pensar Noam Chomsky cuando una reciente y supuesta opinión suya en las redes le atribuyó nada menos que estar señalando a Donald Trump como creador y divulgador del covid-19. Según este falso artículo, el veterano lingüista apoya las teorías conspirativas y concretamente señala a los laboratorios de la CIA como padres del virus. Para su distribución mundial, esta agencia habría contado con cómplices como el Club Bilderberg o Israel. El propósito de tal conspiración estribaría en hacer estallar una guerra bacteriológica, al término de la cual procedería por parte de Estados Unidos la implementación de un nuevo orden mundial, con la desaparición de la Unión Europea y de enemigos potenciales como Irán, Corea del Norte y Venezuela.

Paradójicamente, Chomsky, uno de los primeros intelectuales en denunciar el fenómeno de las 'fake news', y a estas, a su vez, como una herramienta para la construcción de posverdades como distorsiones deliberadas de la realidad con el propósito de moldear la percepción y las opiniones de la gente, ha sido víctima de una de esas manipulaciones. El filósofo lo ha desmentido, naturalmente, pero ya hay mucha gente que piensa que Chomsky, conocido por sus críticas al neoliberalismo y al statu quo de Washington, culpa a su propio país de crear un virus letal. En cambio, Trump no tiene ninguna duda respecto al origen del coronavirus: es chino.

Así lo repite una y otra vez el presidente norteamericano en sus comparecencias públicas, de la misma manera que su secretario de Estado, Mike Pompeo, habla del «virus de Wuhan», aludiendo ambos a la nación y a esa ciudad china como si allí, cultivado por sus autoridades y contagiado por sus habitantes, se criase el bicho.

De esta manera, el poder neoconservador USA cree estar asestando otro golpe a China, su rival militar y comercial, limitando o condicionando su futuro crecimiento. Primero le impuso la subida de aranceles. Después, la restricción de migrantes. Ahora los culpa de una pandemia… Cuando se trata de descalificar al rival, ya sea Obama, Hillary Clinton o Jiping, para Trump todo vale.