La nueva Fundación de Caja Inmaculada, que sustituirá a la antigua obra social de la entidad, ha echado a andar con un patrimonio neto de 90 millones de euros y funcionará con los beneficios que le correspondan de su participación en el grupo Ibercaja, donde ostenta el 4,85% de la propiedad. Aunque será imposible que mantenga íntegra la gran impronta previa a la crisis cuando la caja era independiente, es de desear que el nuevo patronato funcione con los mismos criterios y consolide el mayor número de programas de apoyo social y cultural que la destacaron como una obra social modélica. Aragón necesita de estos mecenazgos, máxime en un momento en el que los recortes han puesto en jaque las prestaciones y los servicios públicos. Juan María Pemán, presidente de la fundación, tiene tarea por delante.