Cuando todavía perduran en nuestra memoria las terribles imágenes de la captura de personas que se encontraban en Afganistán en el 2002, así como las de su traslado y confinamiento en la base de Guantánamo, sin acusación, ni defensa jurídica de ningún tipo, y en unas condiciones más propias del ganado que de las personas, la forma en que Estados Unidos ha liberado a un primer grupo de 506 iraquís vuelve a poner de manifiesto el desprecio de las autoridades de este país hacia las normas más básicas del Derecho Internacional Humanitario. En Irak se estima que hay detenidas unas 9.300 personas sin cargos previos, sin que sus familiares puedan saber dónde se encuentran, ni sobre qué se les acusa, y sin que puedan gozar de ningún tipo de defensa jurídica. Desde el 11 de septiembre de 2001 parece que todo vale, y lo excepcional se ha convertido en una norma habitual.

Se puede detener y encarcelar a quien sea, por simple sospecha, estar en un sitio inadecuado en un momento nada oportuno, protestar, reclamar salarios o lo que fuere. La nueva doctrina de la acción anticipatoria se aplica no sólo para bombardear antes de que el otro mueva un dedo, sino para detener y encarcelar a quien sea, por si acaso tuviera alguna relación con grupos terroristas y con la resistencia iraquí.

En Irak, la situación se ha vuelto políticamente insostenible y humanamente insoportable, con miles de personas detenidas durante más de medio año sin ninguna acusación precisa, violando así las normas del Derecho Internacional Humanitario. Ahora, la liberación de un primer grupo de iraquís metiéndolos hacinados en camiones y abandonándolos después en medio de una autopista, con decenas de vehículos de familiares siguiendo esta forma tan degradante de liberación, es la cruda imagen de la inmensa torpeza estadounidense, empeñados en hacer las cosas de la peor manera posible, con lo que únicamente logran aumentar el rechazo y el odio, y convertirse cada vez más en ocupantes indeseados.

EN NINGUNA guerra se actúa con elegancia y finura, evidentemente, pero en las guerras que presenciamos en los últimos años, la degradación de los derechos humanos ha llegado a límites insospechados, precisamente porque se ignoran todas las normas y códigos de conducta existentes.

Un reciente informe de Human Rights Watch sobre la guerra de Irak señala que el Ejército iraquí cometió serias violaciones de los derechos humanos durante las semanas de bombardeos y de ocupación. Estos abusos incluyen el uso de civiles como escudos humanos, el abuso en los emblemas de la Cruz Roja, el uso de minas antipersonas, la colocación de armamento y vehículos militares en mezquitas, hospitales y centros culturales, así como utilizar una estrategia que no permite distinguir entre combatientes y civiles. La coalición estadounidense y británica, por su parte, utilizó extensamente las bombas de racimo, causando centenares de muertos entre la población civil. EEUU reconoce haber lanzado 10.782 bombas de este tipo, que contenían 1,8 millones de submuniciones.

LA MANERAde tratar a los prisioneros en Afganistán, Guantánamo e Irak son síntomas del distanciamiento estadounidense respecto de los principios generales del Derecho. EEUU tiene obligaciones que cumplir al ser parte de las cuatro Convenciones de Ginebra de 1949 (la tercera es la relativa al trato a los prisioneros de guerra), y aunque no haya ratificado ninguno de los dos Protocolos Adicionales de 1977, tanto el Derecho Internacional Humanitario, como los usos y costumbres de las guerras que generan normas (el Código Lieber), como el Derecho Internacional Público, que obliga a agotar las vías políticas y diplomáticas (lo que no hizo la coalición ocupante) y a velar por la dignidad humana (cláusula de Martins), son normas de derecho que obligan a un juicio justo, a tener acceso a un abogado, a tener una acusación previa, a probar que se ha cometido el delito, a no tomar rehenes, a no cometer actos contra la integridad física de las personas, etcétera.

El Derecho Internacional Humanitario prohibe también los ataques indiscriminados, incompatibles con las bombas de racimo, y obliga a todas las partes a distinguir entre combatientes y civiles.

El Comité Internacional de la Cruz Roja ya ha protestado recientemente sobre estas múltiples vulneraciones de los derechos fundamentales y ha hecho un llamamiento para que se cumpla el Derecho Internacional Humanitario y se trate dignamente a los prisioneros. En último término, la degradación del trato hacia los prisioneros y sus familias no sólo envilece a los responsables políticos y militares de los países ocupantes, sino que pone las semillas para odios que acabarán por fortalecer a quienes forman parte de la resistencia.

*Director de la Escuela de Cultura de la Paz, de la UAB