Al mediodía de ayer, el pabellón-puente, la apuesta arquitectónica más arriesgada de la Expo, hizo al fin click, y la enorme masa de su estructura superior quedó ensamblada. El logro, fruto de muchas horas de trabajo y de un montaje realizado lenta y cuidadosamente, constituye un gran éxito de los técnicos enfrentados al reto de hacer realidad el complejo proyecto de la arquitecta Zaha Hadid. Seguro que el alcalde de Zaragoza y gran valedor de la Expo, Juan Alberto Belloch, respiró tranquilo al comprobar sobre el terreno que el momento más complicado de la construcción del puente ya está resuelto. Con él, muchos ciudadanos se felicitarán al ver que algunas cosas sí funcionan en la ciudad y que no todos los futuribles se esfuman en la confusión o el fiasco. Además, el pabellón puente se perfila como un edificio verdaderamente emblemático, un icono adecuado para la nueva Zaragoza. Antes de abrir sus puertas, la Exposición Internacional deja ya ver sus frutos. Ojalá todo siga fluyendo igual de bien.