Una verdadera solución para la crisis económica pasa por solventar los problemas éticos que la han sustentado. Es la conclusión de un informe elaborado por Cáritas compartida por la mayoría de la sociedad civil (expresada en su preocupación por la corrupción). Sin embargo, en la lucha por el poder es frecuente la instrumentalización de valores y puntos flacos, y más en campaña electoral, cuando los límites son difusos. Así, la respuesta de mal perdedor y machista de Cañete hacia su adversaria Valenciano tras su debate en TV deja a la intemperie un pensamiento impropio e intolerable en un alto responsable político al que se le debe exigir ejemplaridad.

Peor fue que a continuación se escudara en el cansancio, porque en circunstancias donde se relajan las alertas y las formas, el fondo aún es más nítido, en alguien, por otra parte, reincidente. Estamos hablando, nada menos, que del ministro español ¡mejor valorado! según el CIS (aunque su nota fuera 3,17). La prensa extranjera multicolor respondió rápidamente con duras críticas, mientras la televisión pública española lo ocultaba.

Todo lo que sigue responde a diferentes intereses: el aspirante socialdemócrata europeo Martin Schulz amplifica la cuestión al ver una inesperada veta de votos, y el candidato popular se ve obligado a pedir disculpas, tarde y mal, cuando le hacen ver (otra vez el CIS) que en España hay 2.820.000 indecisos y que su carrera europea podría verse truncada.

La legitimidad en democracia la dan los votos, pero construir y respetar una ética compartida debería ser tarea inexcusable. Es cierto que hoy la abstención será la protagonista en una Europa que no se pensó para sus ciudadanos. En España, la participación fue en el 2009 del 44,9% y aun así fue mayor que en Alemania (43,3%) o en Francia (40,6%). Y aunque lo único que es fijo esta noche es el triunfo de Merkel (según JP Morgan, hasta la desafección y el voto euroescéptico reforzarán estadísticamente la influencia de la-mujer-que-nunca-pierde), quién sabe lo que sucederá si un día todo ese "poder ausente" (como lo denomina el profesor García Escudero) toma la palabra y aprende a expresarse por fin en una única dirección. Periodista