Tal como está el tablero o el tapete político deviene tentador usar metáforas de jugadores y cartas, fulleros, buscavidas, señas y barajas falsas o naipes marcados. En cualquier caso, y jugando con o sin trampas, al final de cada descarte, y si de póker político hablamos, habrá que mostrar las jugadas, e inclinarse ante la mejor ligada.

En Aragón, ese jugador precavido que es Javier Lambán ha estado practicando solitarios mientras los demás se divertían al burro y con esa mano más fina se ha repartido un proyecto de escalera que, si no fuera por el PAR, sería incluso de color.

Una escalera simple podría no obstante servir a Lambán para ganar la mano de la investidura sobre las parejas y tríos de la oposición. Lambán no es de faroles, pero tampoco de fogueo, sino más bien un tirador de precisión, un jugador de descartes medidos, como esa oportuna escalera del poder que está ligando. Porque en la combinación de su próximo gobierno podrían reunirse hasta cinco siglas o cartas de un mismo color rojo, si no fuese, ya digo, por el añil de Aliaga.

En cambio, Pedro Sánchez, en su crucial partida para ganar o perder La Moncloa está a la espera de que los demás jugadores se sienten. El alto precio del descarte está siendo un serio obstáculo para los que menos tienen que ganar.

Quien más tiene que perder, Pablo Iglesias, antiguo jugador de fortuna, hoy propietario de ganado y rancho, quiere ir a por el full, en ningún caso a por el trío. Aquí ligamos los dos, le está diciendo al presidente, o no ganamos ninguno. Por encima de la mesa, porque por debajo afilan los brillos de cuchillos o culatas, bullen rumores de cuadrillas y veladas amenazas en la barra del saloon. Si Iglesias se echa a la pradera, si vuelve con los pieles rojas, no es imposible que a Sánchez lo linchen políticamente los cazarrecompensas.

Debería quizá estudiar el jugador de Moncloa la táctica del Pignatelli y cómo ligar escalera, aunque sea sucia, pero ganadora sobre otras apuestas que se cruzarán con las suyas en el tablero del poder.

Y debería Sánchez, antes de que sea demasiado tarde, encontrar su joker, su Arturo Aliaga, el as o la carta mágica que le permita combinar y seguir apostando lo que dure la partida, o la legislatura.