Son los hechos, y no el nuevo ministro del Interior, los que desvelan que, en efecto, hubo imprevisión política ante la matanza del 11-M: no se pudo evitar por la imprevista precisamente. Otra cuestión es si se pudo o no se pudo prever, si en vez del empecinamiento en considerar el terrorismo etarra como única amenaza se hubiera puesto mayor atención en esa otra amenaza del terrorismo internacional que, vinculado a la invasión de Irak, podía previsiblemente golpearnos y que, a la postre, fue el que nos golpeó. Se trata, en todo caso, de una importante discusión política que, por serlo, exige un respeto escrupuloso a las normas democráticas de educación, decoro y civilidad, y no, como ha querido el exministro Acebes, de una reyerta tabernaria en la que vale todo. Llamar miserable e indecente, entre otras lindezas, a un ministro del Gobierno español porque éste ha expresado su convicción de que se pudo hacer más para evitar la masacre de Madrid, es inaceptable en cualquier caso, pero más viniendo de un dirigente de la oposición. No dijo Alonso que Acebes no quiso prever los atentados, dijo, simplemente, que hubo imprevisión, cual los tristes sucesos del 11-M demostraron más allá de toda discusión racional.

*Periodista