La primera jornada de huelga en el tranvía de Zaragoza se saldó con las molestias a los usuarios propias de cualquier paro en el transporte público. Pero también evidenció algunas características específicas del modelo de movilidad que propone. En muchos momentos hasta se duplicaron las previsiones de horarios establecidas por la complicada gestión del sistema, menos efectivo que en el autobús, por ejemplo. La falta de alternativas de transporte público en el eje de su trazado quedó en evidencia y desde luego, aunque anunciada, la convocatoria casi a medianoche, no contribuyó a que los usuarios pudieran organizarse. Una huelga siempre crea complicaciones y de esta hay que sacar enseñanzas.