Desde hace años, los agricultores de la ribera del Ebro vienen exigiendo cada pocos meses la limpieza del cauce del río. Alegan que la grava arrastrada aguas arriba provoca que cuando hay una crecida el río se desborda provocando inundaciones en los pueblos y anega los cultivos. Unos cultivos que cada vez se han ido acercando más a la ribera. Las pretensiones del sector agrario choca con las directivas europeas que limitan las actuaciones en los cauces de los ríos. La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) ha actuado en el río numerosas ocasiones y ya ha invertido 31 millones en buscar soluciones para reducir los daños de las crecidas en campos y pueblos, pero no se debe forzar a la naturaleza.