Decía De Gaulle que los occidentales miramos con ideas simples al complicado Oriente. Por entonces los ingleses dibujaban con escuadra y cartabón un Irak artificial como Estado tampón que separase en el oeste la zona suní de Asia Menor y la chií de Irán en el este.

Desde entonces no parece que hayamos aprendido mucho de esa complejidad. La ofensiva del ISIL (Estado Islámico de Irak y el Levante) nos ha vuelto a coger por sorpresa El colmo del amateurismo geopolítico lo demostró Estados Unidos cuando Bush hijo lanzó la segunda guerra del Golfo. Probablemente ni sabía de la división de los musulmanes en chiís y sunís. Los británicos, que conocían mejor la región, deberían haberle avisado del lío en el que se metía. Pero Blair y Aznar tenían tantas ganas de agradar a Bush que fueron sus aliados. Tienen una enorme responsabilidad histórica en el fracaso que supuso esa intervención militar. Otros europeos, como Schröder, Chirac y Zapatero, advirtieron lealmente al amigo americano y no le siguieron en una aventura imperial que destruyó ese Estado tampón y aumentó la inestabilidad de la región.

Hoy resulta trágica la imagen de Bush proclamando "misión cumplida" desde la cubierta de un portaviones después de que sus tropas entrasen en Bagdad en el 2003. Las palabras de Obama cuando la retirada del 2011 --"dejamos un Irak pacífico, estable y unido"-- tampoco fueron proféticas. Obama, que votó en contra de la invasión de Irak, fue elegido con un programa que preveía salir de ese avispero y del de Afganistán, y tenía que retirarse antes de presentarse a la reelección.

Por eso los americanos acusan a Bush de haber empezado precipitadamente la guerra y a Obama de haberse retirado demasiado pronto. Pero es una indecencia poner en el mismo nivel las responsabilidades de los dos presidentes en este tema. La responsabilidad la tiene quien usó dos falsas razones para la guerra : las armas de destrucción masiva, y las relaciones de Sadam con Al Qaeda. Las armas nunca se encontraron y la relación Sadam-Al Qaeda tampoco pudo probarse. La "guerra contra el terrorismo" ha sido un fracaso, como anticipó el ministro francés Dominique de Villepin en su histórico discurso ante la ONU al calificarla de "fantasma peligroso que solo serviría para alimentar los extremismos". También ha sido un fracaso el intento de cambiar regímenes y construir naciones por la fuerza, trayendo la democracia en la punta de los misiles del ejército invasor. Solo se ha conseguido cambiar un poder opresor por otro, aumentando la inestabilidad. En los próximos días, con o sin intervención americana, se decidirá la suerte de Irak como Estado, pero su partición de facto es ya un hecho.

Irak empieza así su cuarta guerra en 34 años de desgracias. La primera la lanzó Sadam contra Irán en 1990, con el beneplácito de Occidente y el apoyo de las monarquías del Golfo, sin que entonces pareciese importarnos mucho el uso que hizo de las armas químicas. La segunda fue la intervención americana en 1991 para echar a Sadam de Kuwait que había invadido, pero dejándolo en Bagdad. La tercera fue la del 2003 con la invasión lanzada por Bush hijo para cambiar el diseño de Oriente Próximo, como los ideólogos conservadores americanos pretendían. Ciertamente, ese objetivo lo han conseguido de sobras, aunque no de la misma manera.

Lo que está ocurriendo tampoco es lo que pretendía Obama cuando pronunció su discurso de apertura al mundo islámico en la Universidad de El Cairo al principio de su primer mandato. Quería corregir el error de Bush, pero trató de disimular el fracaso con algún éxito militar de última hora, tanto en Irak como en Afganistán. No lo consiguió y ahora sabe que tiene que intervenir de nuevo, pero es difícil saber cómo sin agravar la situación y con la mayoría de la opinión en contra de nuevas aventuras militares.

Se puede argumentar que si la revuelta en Siria no hubiese creado una legión islámica más numerosa y aguerrida que Al Qaeda, el ISIL no habría ganado la fuerza que tiene. Tampoco se puede asimilar, como hacemos con nuestras ideas simples, al ISIL con Al Qaeda. Es más violento, intransigente y destructivo. Utiliza mejor internet para diseminar el terror que siembra. En un reciente seminario he oído decir que Al Qaeda es como los trotskistas del islam porque buscan la revolución universal. Y que el ISIL sería el núcleo duro estalinista porque quiere consolidar un Estado califal como requisito previo para extender la yihad. EEUU ya no tiene ni la capacidad ni la voluntad de mantener la pax americana. Europa podría jugar un papel si estuviese más unida. Solo un gran acuerdo, improbable, de la comunidad internacional podría evitar la cuarta guerra de Irak y el retorno del califa.

Expresidente del Parlamento Europeo.