Más a modo de chanza que de elogio, Felipe González comentaba a menudo de Manuel Fraga que le cabía "todo el Estado en la cabeza". Hace poco, el expresidente obsequió con otro halago envenenado a Alfredo Pérez Rubalcaba: "Es la mejor cabeza política de España, pero tiene una crisis de liderazgo". La frase lapidaria sonó a epitafio, cincelado tras la debacle del 25-M con su renuncia a dirigir el PSOE y, ayer, al anunciar su retirada de la política. Aunque, en rigor, no es tanto que Rubalcaba se retire de la política como que la política, inclemente, le retira a él. Sin ánimo de sumarnos a cortejo fúnebre alguno, y aún menos al coro de plañideras que vierten lágrimas donde antes lanzaron dagas, lo cierto es que la política, su modo de concebir la política, no le ha hecho justicia al todavía secretario general del PSOE. Renovador frente al guerrismo y fajador como pocos cuando la corrupción y la guerra sucia laminaban el felipismo, Rubalcaba jamás tuvo anclajes sólidos en el partido. Por lealtad apoyó el accidentado mandato de Joaquín Almunia en 1997 y por responsabilidad secundó la candidatura de José Bono en el 2000. Con idéntico éxito. Luego puso su experiencia al servicio de José Luis Rodríguez Zapatero, a quien ayudó a conquistar el poder y a liquidar la violencia etarra, al tiempo que lidiaba en Cataluña con una oleada que supo prever pero no encauzar. Podría Rubalcaba alegar en su descargo que ni el líder más carismático podía sobrellevar la losa que él heredó de Zapatero, con el paro desbocado, España a un paso de la quiebra y el PSOE devastado por unos recortes sociales que contravenían su programa electoral. Podría, pero no contaría toda la verdad. Pero Rubalcaba sumó a ese lastre otro de índole personal: el liderazgo le llegó a destiempo, cuando su forma de entender la actividad pública ya había sido condenada por el electorado de izquierdas. Hoy los ciudadanos exigen claridad y transparencia, no componendas; ya no quieren que se le guíe, sino que se les escuche. Quien aspire a sucederle más vale que haya aprendido la lección.

Periodista