Las películas oscarizadas en la última edición de los premios de Hollywood no están ni bien ni mal, sino todo lo contrario.

El español no es el único cine que está en crisis. Hace tiempo ya que en la maquinaria norteamericana de los sueños se detectan signos de apnea, sonambulismo y demasiados ronquidos en las salas de exhibición, inducidos por el aburrimiento.

La generalización de la cultura popular ha deparado efectos devastadores, pero a nivel económico lo que funciona es la cultura rápida. Hollywood, en cualquier caso, sigue conquistando el mundo con sus disparos en technicolor, manteniéndose como la principal referencia en lo que a la industria del cine se refiere.

Supongo que habrá muy pocos españoles que ignoren qué es, dónde se encuentra Hollywood. Y, sin embargo, muy pocos deben saber que Hollywood lo descubrieron los españoles.

Sólo que entonces, allá por el siglo XVIII, no se llamaba así, sino la Gran Apachería. Por aquel inmenso y desértico territorio enclavado entre las Montañas Rocosas y el oceáno Pacífico una serie de arriesgadas expediciones españolas fueron colonizando la dorsal occidental del continente americano, cartografiándolo desde Chile hasta Alaska.

La conquista de California estuvo cimentada de calamidades, de descubrimientos casuales, de fuertes militares que soportaban el asedio de otras potencias o de piratas ingleses y holandeses. Las fragatas y los galeones españoles exploraron nuevas rutas en el Pacífico Norte, extendiéndose hacia Alaska, donde los rusos acababa de cruzar el estrecho de Bering, o alcanzando al fin las míticas Indias de Colón, Filipinas, Shangai, Sumatra, las Molucas e islas de la especiería.

Héctor Oliva Camps ha novelado a buena parte de estos héroes en Noroeste (Espasa).

Un libro, una novela, realmente, donde el Almirante de la Mar Océana, Magallanes, fray Junípero Serra, José de Gálvez o Malaspina se dan la mano con personajes de ficción capaces de colorear la acción histórica, las fuentes, crónicas y conquistas con los sentimientos y las almas de quienes en ellos participaron.

Un libro extraordinario, muy bien escrito, para recordar, entre otras muchas cosas, que los españoles fundaron Los Ángeles, San Francisco, San Bernardino o San Diego.