De la vida en el ángulo oscuro
olvidada tal vez de sí misma
silenciosa y quizás adormida
yacía mi amada.
Cuántos besos durmiendo en su cuerpo
como pábilo extinto en su seno
esperando que el alma despierte
para amanecerlos.
Ay, pensé, la vida es un dispendio
de recuerdos y huellas perdidas
de huellas y recuerdos prendidos
del alma en sus pliegues.
Despiértese el alma que aún dormita
e ignora su corazón tatuado
avivando con el seso el senso
que juntos palpitan.
De la vida en el ángulo oscuro
veía a la amada
ya despierta y mirando mi rastro
difuminado con la amanecida
cual rastro sin rostro.
(Yo me embozo de gozo furtivo).