Los medios de comunicación han publicitado la existencia de un informe de la OCDE sobre el nivel educativo de 41 países, entre ellos España. Los datos publicados dicen que los estudiantes españoles, en relación con los de otros países examinados, ocupan un lugar mediano-bajo en lo que respecta a habilidades matemáticas o de comprensión lectora. Pero la verdad es que decir sólo esto es decir poco y es ser injusto con la realidad escolar de España y con el informe. Quienes siempre están a punto de escandalizarse dejarían de hacerlo si mirasen todo el documento.

EL INFORMEconsta de 471 densísimas páginas: además de ofrecer el resultado de 250.000 encuestas a estudiantes representantes de 23 millones de jóvenes de 15 años, explican los criterios con que se ha hecho el trabajo, formulan hipótesis de explicación y avanzan sugerencias y recomendaciones. Es un informe riquísimo, que será útil para los responsables políticos y los educadores. La OCDE empezó este programa en 1997 y éste es el informe trianual del 2003. El propio título del programa ya es muy significativo: Aprender para el mundo de mañana . Así pues, no se evalúan sólo conocimientos sino que se quiere "mirar hacia adelante, para responder a los retos de la vida real". Por eso dedica mucho espacio a examinar las habilidades intelectuales de los jóvenes, su motivación, la imagen que tienen de sí como estudiantes y las estrategias de aprendizaje que utilizan.

Hay que aplaudir el planteamiento de este programa que se sostiene sobre tres patas básicas: la comprensión lectora (informe del 2000), entendida como la capacidad de leer y escribir, de comprender, analizar, razonar y comunicar las lecturas hechas; los conocimientos matemáticos (informe del 2003), entendidos como el dominio de técnicas de cálculo, y también como la adquisición de planteamientos y procedimientos matemáticos, como la capacidad para descubrir lo que de matemático puede haber en muchas situaciones de nuestra vida; y, finalmente (será el del 2006), los conocimientos científicos, que dan los instrumentos indispensables para situarse mejor en una sociedad que tiene en la ciencia y la tecnología dos rasgos de su identidad.

LOS RESULTADOSde un informe tan complejo y matizado no pueden ser chapuceros y sensacionalistas sino muy cautos: todas las variantes contempladas deben ser tenidas en cuenta y ponderadas según el contexto de cada país. Por eso sus tablas no deben ser interpretadas aisladamente, como si expusieran valores absolutos, sino que sirven sólo para ilustrar, en conjunto, una situación que no es nunca nítida ni fácilmente interpretable. Cuando dice que los jóvenes de Japón o China tienen, globalmente, buenos resultados en matemáticas, dice también que no los tienen buenos por igual, ni en todas las dimensiones que contempla el informe, ni a lo largo de todo su territorio.

He aquí un punto importante: hay que ver si los resultados de cada país se corresponden con una distribución equitativa de oportunidades de aprendizaje o si bien son buenos pero muy desiguales. Porque podría ser que grandes resultados estadísticos escondieran grandes desigualdades educativas y culturales. En este sentido los resultados globales en España revelan la existencia de un sistema escolar de calidad bastante homogénea. Este sí es un dato importante, porque, como dice el informe, sobre una base de formación más igualitaria se construye una sociedad con menos desequilibrios.

LAS LECCIONESy reflexiones del informe son muchas. Voy a señalar sólo dos: 1) En todos los países se detectan diferencias importantes entre chicas y chicos. Estos se declaran más interesados que las chicas en matemáticas. De hecho, y en contra de lo que dicen los resultados objetivos, la mitad de las chicas no se ve apta para esta materia, mientras que esto sólo lo hace un tercio de los chicos. Y, en los países en que ellas tienen peor opinión de sí mismas, bien pocas acaban estudiando matemáticas o ciencias computacionales.

Por eso es tan importante hacer ganar confianza entre las chicas en este campo. La autoestima es un motor muy eficaz para un mejor aprendizaje y el despliegue personal. Los alumnos más angustiados siempre lo hacen peor. También es cierto que en las escuelas donde se obtienen peores resultados los alumnos sufren más angustia. 2) El informe insiste justamente en eso: los resultados escolares dependen más de la escuela que del alumno. Es, pues, errónea e injusta la obsesión de cargar la responsabilidad en el alumno, en su falta de motivación o de esfuerzo. Con datos en la mano, la responsabilidad principal recae sobre la escuela. Está claro que tampoco hay que imponerle a la escuela dificultades añadidas. Por eso es tan importante que determinadas escuelas --en general, públicas-- no tengan que asumir solas los déficits de grupos enteros de alumnos que aportan poco "capital cultural" y que a menudo no cuentan con condiciones socioeconómicas mínimas. El verdadero problema no es que un país tenga una población con grandes déficits sociales y culturales, sino que se concentren.

Pero para que la escuela pueda hacer bien su trabajo, es muy importante que los alumnos se impliquen en ella. Según el informe, el 81% de alumnos de países de la OCDE dicen encontrarse bien en la escuela. En España, las chicas se encuentran mejor que los chicos.

Esto debe potenciarse. Lo dice la OCDE con contundencia: la escuela no sólo tiene que instruir, sino que tiene que ayudar a aprender y a tener autonomía en la elaboración de nuevos conocimientos. Y esto nuestra escuela no lo hace mal. Sólo debe hacerlo más. Y mirar hacia adelante.

*Catedrático de Filosofía