El sector textil aragonés ha pasado de ser uno de los focos importantes en la industria de la moda española a ver como adelgaza su participación económica en los últimos 15 años. Algunos cierres y desinversiones recientes en el sector no hacen sino acentuar esta evolución que despegó con las deslocalizaciones de producciones y la competencia de mano de obra más barata. La repercusión en el empleo ha generado una reducción del 37% en la última década, así como el 30% en el número de empresas y, por supuesto, en la facturación. La adaptación a las nuevas situaciones de mercado es un camino que debe explorar un sector que tiene además una fuerte repercusión en el mundo rural, con lo que ello significa de mantenimiento de la actividad en un territorio necesitado de propuestas de asentamiento frente a la despoblación. Las referencias a proyectos de éxito que se mantienen y expanden al exterior dan las claves para enfrentarse con ciertas garantías a la evolución de esta actividad: calidad y diseño propio. Unas herramientas que permiten diferenciarse de las producciones masivas frente a las que es difícil competir. La presencia en Aragón del centro logístico de Inditex (aunque no produce en la comunidad) aporta también opciones para una industria auxiliar en su entorno. Innovación, internacionalización y singularidad deben ser los hilos con los que tejer y afianzar un sector todavía vivo.