La empatía nos identifica con el entorno. Ya sea hacia otras personas, sus sentimientos, situaciones, animales u objetos. La solidaridad es la relación concreta que pone en valor el verdadero apoyo a aquello con lo que empatizamos.

En términos de comunicación, la solidaridad es el lenguaje de la empatía. Y esta se concreta a través de las respuestas de cooperación. Ya sean económicas, monetarias o de esfuerzo personal en forma de trabajo El altruismo representaría el mayor grado solidario, ya que se esfuerza por conseguir el bien ajeno, aunque sea a costa de sacrificar el propio. Sin embargo, todo comportamiento altruista, incluso el que puede terminar con la propia vida en beneficio de personas desconocidas, puede ser explicado en términos egoístas. En unos casos, la satisfacción de sentirse bondadoso es una magnífica recompensa de autoafirmación personal. En otros, la virtud dadivosa es una obligación que imponen las religiones a sus creyentes, bajo amenaza de condena.

Egoísmo

El bienestar egoísta del planeta, cuidando el medio ambiente, preserva nuestro futuro. Hacer algo por egoísmo, no es malo en sí mismo. Solo lo explica. La cooperación es más una simbiosis, que un apoyo sin contrapartidas. En esto los animales son más sinceros. Las personas necesitamos ideología, convicción, creencias o dinero para cooperar. La paradoja es que utilizamos lo mismo, para no hacerlo. El análisis de conductas sociales nos lleva al sinuoso terreno de lo moral. Para eso está la psicología social. Una disciplina que estudia, con rigor objetivo, la influencia de los grupos humanos y la sociedad en los pensamientos, actitudes y comportamientos de cada individuo.

Esta semana se cumplieron 40 años del intento de golpe de Estado de Tejero. Aquella asonada cuartelera se produjo con la empatía de importantes sectores militares y políticos de la derecha conservadora y económica. La solidaridad con la misma fue más tibia, y silenciosa, al menos hasta saber lo que hacían los demás. Y la cooperación la pusieron los más aguerridos, o descerebrados según el caso, para satisfacer su ego de protagonismo a costa de avergonzar un trocito de nuestra historia. El golpe no lo detuvo nadie sino que lo paró la democracia.

Retardo político, social y mental

El 23 de febrero de 1981, los asaltantes del Congreso llegaron con cuatro años de retraso temporal y con más de cuarenta de retardo político, social y mental. Sigue siendo imprescindible que el alumnado estudie y analice estos hechos, como parte de una enseñanza transversal que es mucho más que historia contemporánea o valores.

En Zaragoza, la ultraderecha quiere suprimir la cooperación, con la empatía y solidaridad del PP y Ciudadanos. El gobierno municipal se posiciona contra los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que reclamaron ante Azcón el jueves las oenegés de la capital. La Federación Aragonesa de Solidaridad representa los valores de la cooperación. En cambio, Vox se siente más cómoda simpatizando con los golpistas y ensalzando la dictadura franquista, frente al gobierno de Sánchez. Una estrategia burda para llamar la atención, pero muy hábil para convertir a los de Arrimadas en «arrinconadas» y desmontar un PP al estilo «crema catalana».

En nuestra tierra se asientan las inversiones del gigante logístico de la distribución mundial. Nos cuesta convertir una buena noticia en un buen futuro. Ya nos pasó con la llegada de OPEL a Zaragoza, un año más tarde del fallido golpe. Si algo nos ha demostrado la pandemia es que la diversificación es vida y futuro económico, social y laboral. Nuestro PIB dependía de General Motors.

Estructura social

Tras las crisis, el temor a su deslocalización nos puso de los nervios. Tomemos ejemplo para que la digitalización y la logística no solo tomen un relevo de potencia económica, sino de estructura social, formativa y laboral, con alternativas. Seamos un poco «prime» en todo, para no ser solo los «primos» de la paquetería. Sería muy triste escuchar a nuestro buen Labordeta cantar: Polvo, datos, viento y sol. Esta tierra es «Arazón».

Al Real Zaragoza le cuesta empatizar con su afición. Se solidarizó con el equipo alfarero y los de Madrid se llevaron la victoria con la cooperación de JIM. El lunes nuestro entrenador parecía el protagonista que dibujó Roberto Segura en el TBO, cuando se disputaban las copas del «generalasímismo» que tanto le gustan. Me refiero a la historieta de «Los señores de Alcorcón y el holgazán de Pepón». Así que más vale que se active mañana, frente al Oviedo, siendo menos cabezón y más Azón.