Llevaban dos años esperando la devolución de los actos jurídicos documentados y, tras la alegría de la sentencia, les birlaron en veinticuatro horas la ilusión de unas navidades diferentes.

Quince días haciendo cábalas sobre el pacto para la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y, las dudas que planteaba una composición de presidente conservador con mayoría progresista, las aclaró el ínclito senador por el PP y exdirector general de la Policía Ignacio Cosidó, que con un simple whatsapp mató a Montesquieu y su separación de poderes. «Con el presidente tendrá controlada la sala del Supremo donde se juzgan los aforados». ¿Cómo se puede alabar la dimisión de un juez, antes de ser elegido presidente del CGPJ en estas condiciones?

Tras treinta años dedicados a la actividad política y gracias a Villarejo, desde la cárcel, la carrera de María Dolores de Cospedal se ve truncada por unas cintas grabadas a su marido, que le involucran en la destrucción de pruebas de la Gürtel.

Varapalo del Constitucional al Gobierno interino de M. Rajoy por incumplir en los once meses que estuvieron en funciones la Constitución, que obliga a rendir cuentas en el Congreso y Senado. Por fin el escaqueo de Morenés, Báñez, Fernández Díaz, Pastor, Saenz de Santamaría, Rajoy, ha quedado claro. ¿Y ahora qué?... Nada.

Viene a España Angel Gurria, secretario general de la OCDE, a decir que la subida del SMI es necesario, para que la gente tenga una vida mejor, que no tiene que reducir el empleo y que podemos cumplir el 1,8% de déficit previsto, y mientras tanto el Banco de España, el FMI, la cúpula de la CEOE y cualquier economista del tres al cuarto no se ponen colorados.

Me asombra cómo líderes del PP y de Ciudadanos marean la perdiz a la hora de definir a Vox como partido de extrema derecha. Los subterfugios que utilizan para evitar esta definición son asombrosamente complacientes. Los resultados en Andalucía son fruto del sistemático blanqueo de unos ultraderechistas por quienes necesitan contar con ellos para formar gobierno. No todo vale en política.

En Cataluña, médicos, profesores, estudiantes y bomberos reivindican en la calle la devolución de las pagas extra de 2013 y 2014 (los únicos de toda España que no las han recibido) bajar las ratios en las aulas, volver al horario lectivo anterior, mayor inversión en educación, mayores dotaciones de personal en los hospitales, más tiempo para atender los pacientes, mejoras salariales (los médicos han perdido desde 2011 el 30% de su poder adquisitivo), reducción de las tasas universitarias…

Lo lógico tras el recorte de 6.000 millones que el Gobierno de Mas hizo en el año 2014 ; aquel que le obligó a entrar al Parlament en helicóptero ante las iras de estos mismos trabajadores. La respuesta de Eduard Pujol, portavoz de Junts per Catalunya ha sido colosal «Nos estamos peleando por las migajas. Tenemos que ir a la resolución real del problema y esa solución es que necesitamos votar nuestro futuro». No sabe que como el título de la película El cartero siempre llama dos veces, y con la bandera y el himno no se llena el estómago.

Cada semana en España se trabajan unos 3 millones de horas extra que no se pagan (unas 144 millones al año) a 364.000 trabajadores de hostelería, comercio, reparación de vehículos, educación y sector financiero, fundamentalmente. ¿Cuántos grupos políticos se opondrán a las medidas correctoras que estudia el Gobierno?

Casado y Rivera se han convertido en los validos de la primera ministra del Reino Unido en España, usando como argumentario en el Parlamento español sus explicaciones en la Cámara británica. El mundo al revés: envueltos en la bandera del patriotismo jalean al Imperio.

No son titulares de meses, sino de apenas dos semanas. En tan escaso tiempo hemos vivido el mayor deterioro de la Justicia en la etapa democrática. La utilización de las cloacas del Estado para borrar pruebas de la Gürtel. La constatación de que el Gobierno de Rajoy se saltó a la torera sus obligaciones con las Cortes Generales. El descrédito del Banco de España negando la necesidad del incremento del SMI. El coqueteo de los partidos de derechas con la extrema derecha. La cara antisocial del independentismo catalán despreciando reivindicaciones sin esteladas. La constatación de cómo la crisis persiste entre millones de trabajadores sobreexplotados. El aviso de que siguen sin subir los salarios. La certeza de cómo el patriotismo de nuestros líderes conservadores es pose de salón ¿Se podría sintetizar que asistimos a la quiebra de la arquitectura institucional de nuestro país? Sobran argumentos para el pesimismo en ese sentido, más si pensamos que todo ello es fruto del fracaso de la política como tal y de la acción de unos políticos caracterizados por el desprecio a la verdad, distorsionando lo realidad hasta hacerla irreconocible

No les importan los datos, la historia o las vivencias, solo la frase altisonante contra quien sea, los titulares y el recorrido en las redes sociales. Vacían el Parlamento del debate de ideas y confrontación de las mismas, para llenarlo de insultos que les alimenten. Es la mejor forma de hacer anti política, de fomentar la abstención.