Al papa Francisco no parecen abrumarle las ocupaciones propias de quién asume la cabeza de la Iglesia de Roma. Para afirmarlo me atengo a sus gestos, por ejemplo, ese telefonazo personal del Papa a la víctima granadina de un o unos pederastas con sotana, triste, tristísimo tarea que con grandeza de alma, el Papa no quiso rehuir aunque no pueda repetirlo todos los días y que habla bien de nuestro Pontífice consolando al afligido y anunciando la decisión de reprimir conductas tan nefandas.

Debemos mostrar comprensión y confianza ante las palabras de Francisco y las reformas que ha ido anunciando, ninguna sencilla. Como suele suceder, los que se oponen a las intenciones de figura tan modestamente egregia, lo hacen unos por carta de más y otros por carta de menos y no todos son creyentes en Cristo; unos querrían que no cambiase nada y otros, intentan adelantar al Papa, por la izquierda. Ni todos son creyentes en Cristo ni todos tienen voluntad de que la Iglesia mejore su camino.

El Papa nunca estará en disposición de sustituir cuantitativamente, a los poderes temporales en esa apremiante lucha de auxiliar a los más pobres. La Iglesia asume tareas relevantes pero insuficientes aunque no sea poco, cuanto la la Iglesia hace en provecho del pueblo de Dios que es el mundo entero, creyentes o increyentes. El Papa pecha con la tarea de predicar y de dar trigo, pidiéndonos que nos inspiremos en el amor cristiano, siquiera nuestras actitudes resulten muy defectuosas porque así somos, por más que nos esforcemos en imitar el amor divino, casi nada.

Fue absolutamente natural, que el Papa reclamara en el Foro Social de Porto Alegre, "tierra, techo y trabajo" para cuantos sufren los efectos de la pobreza. Francisco deplora las carencias que padecen tantas personas pobres a falta de ese hogar digno, de ese puesto de trabajo respetable y de esos medios de progreso que propicien que los miembros de la propia familia, procuren su promoción social. Y por hablar de todo eso, dice el Papa sin perder su compostura, que los hay que le llaman ¡comunista!

Las acciones de los cristianos no son siempre moral o materialmente atinadas. Admitamos que los que componemos el común de la Iglesia, adolecemos, "más de setenta veces siete", de deficiencias humanas que desde luego, nos desacreditan. Por fortuna, la doctrina cristiana habla del perdón porque sin él, la inmensa mayoría de nosotros ya estaríamos condenados en vida.

Al papa Francisco le llueven las preocupaciones pero no se arredra y cuando "bendice a Darwin" como leí en nuestro diario a primeros de mes; no faltan tampoco, los que recuerdan pasados episodios de intransigencia ocasionados por la pugna entre ciencia y religión. El origen histórico de los poderes civiles mucho antes de advenir la democracia, estuvo en la fuerza física, en la mitología y en la religión; ello explica la evolución de la sociedad humana, desde el toteísmo a la fe y a la verdad razonables.

El papa Francisco entiende que Darwin "no contradijo la noción de la creación" y que la creación del mundo en siete días que así de literalmente se lee en el Génesis, debe entenderse sólo, esta opinión es mía, como una de tantas metáforas que emplearon los desconocidos autores de la Biblia; la metáfora es un tropo consistente en trasladar el sentido recto de las palabras a otras de sentido figurado. No parece real suponer que la aparición del ser humano sobre esta tierra, respondiese verdaderamente, al modus literal que utiliza la Biblia para contárnoslo.

Sin afán alguno de carácter heterodoxo, vale más atenernos a lo más próximo a nosotros, quiero decir a los evangelios. Cristo es más sencillo de entender, uno diría que más moderno; sus palabras nos llegan a la cabeza y al corazón, lisa y llanamente.

Opino que de cuanto dice y hace el papa Francisco, lo más esperanzador es el espíritu que emana de sus actos. Todos tendríamos algo que esperar del papa Francisco y a todos no nos dejará contentos; no es mi deseo particularizar en esta ocasión. Imagino que alguna vez, el Papa se preguntará lo que pregunta el Libro de la Sabiduría: "¿qué hombre conoce el designio de Dios?, ¿quién comprende lo que Dios quiere?" Sínodos, teólogos, pobres, el pueblo cristiano confía en su Papa, a sabiendas de que no es precisamente, todopoderoso. Ayudémosle en lo posible que siempre es algo más de lo que ayudamos. El mundo también depende de todos nosotros.