Rajoy está empeñado en convencernos de que la crisis es cosa del pasado. ¿Y si tiene razón? Una crisis, por definición, es una situación necesariamente breve, pasajera, limitada en el tiempo. Lo contrario a la crisis es lo crónico, lo permanente, lo duradero. Una crisis no puede durar cien años, porque ya no sería una crisis. Estaríamos pues, si aceptamos su tesis, en una situación estable, diseñada para quedarse, para durar años o décadas. Evidentemente, no hemos vuelto a los niveles de bienestar anteriores sino que todo se ha empeorado. Digan lo que digan, sus recortes han deteriorado todos los servicios públicos abriendo más y más terreno a la iniciativa privada, es decir, al mercado. Hemos perdido derechos sociales y laborales que no hemos recuperado. Hemos perdido libertad. Millones de españoles malviven trabajando o desempleados. Millones de jóvenes rumian su desesperanza. Si Rajoy tiene razón hemos llegado con su agenda reformista, a donde nos querían llevar: a una sociedad más y más desigual y más injusta. Si Rajoy tiene razón han ganado, temporalmente al menos, la partida planificada e iniciada en los años 70 por los neoliberales. La crisis ha sido la coartada perfecta. Esta, o algo todavía peor, era su punto de llegada. El mercado electoral les obliga a vestirse de lagarterana si hace falta y llenarse la boca utilizando conceptos como el Estado de Bienestar. Pero los hechos les desmienten. Sus políticas, las de Madrid, y las del Pignatelli, son políticas clasistas, al servicio de los que más tienen. Profesor de universidad