Iván Martínez seguirá al frente del Real Zaragoza al menos una jornada más. El entrenador aragonés se sentará el miércoles en el banquillo del conjunto aragonés en Castalia (21.00 horas) y no está descartado que continúe en el cargo en caso de que el Zaragoza logre los tres puntos ante el Castellón en la que sería la primera victoria de Martínez desde que tomó las riendas del equipo. Otra derrota, en cambio, supondría su despedida del primer equipo casi con absoluta seguridad.

La continuidad de Martínez responde, sobre todo, a la falta de acuerdo con Víctor Fernández, con el que el club continúa negociando. El regreso del técnico zaragozano es una orden expresa del máximo accionista de la entidad, César Alierta, y cuenta con consenso absoluto entre el consejo de administración. Pero falta por esclarecer lo más importante: cómo volverá y en qué condiciones. Es ahí donde residen las diferencias entre lo que exige Víctor y lo que pretende el club. Tampoco ayuda el clima de crispación e inestabilidad que rodea al Zaragoza. De momento no hay avances. Tanto que el regreso de Fernández podría llegar incluso a no producirse.

Entre esas discrepancias se incluye la repercusión de la llegada de Víctor en el futuro de Lalo Arantegui. El técnico quiere poseer plenos poderes en el plano deportivo, lo que incluye toda la capacidad de maniobra en la profunda reestructuración de la plantilla en enero. Eso, evidentemente, relegaría a Lalo a un papel absolutamente residual. Su convivencia con Víctor es imposible e inviable, especialmente desde el lado del entrenador. Sin embargo, Arantegui sigue contando con respaldo dentro del consejo y, de hecho, algunos consejeros sostienen la idoneidad de que ambos ejecuten conjuntamente los cambios necesarios en el plantel. En todo caso, la figura del director deportivo ha perdido peso específico.

Pero hay más aspectos que, de momento, impiden la vuelta de Víctor. Entre ellos destaca la necesidad de una inyección económica poderosa que haga posible esa remodelación que el entrenador considera indispensable para optar a una permanencia cada vez más complicada. Mientras esa aportación de capital no esté garantizada, Víctor no se arriesgará. Y tampoco en este apartado se avecinan novedades al menos a corto plazo, aunque la propiedad parece al fin abierta a la llegada de capital procedente del exterior a expensas de que también se permita la participación en una gestión deportiva que, de momento, sigue en manos de Lalo y Barba.

Así que la quietud se ha instalado en el club, donde, paradójicamente, la inquietud por la tardanza en la respuesta final de Víctor empieza a impacientar. También se aprecia la imagen ofrecida por el Zaragoza el domingo en Cornellá. En el seno de la entidad se valora el trabajo que está llevando a cabo Martínez y se observa una mejoría en las prestaciones del equipo con la esperanza de que esta se plasme en Castalia. Allí, en Castellón, estará Martínez en el que será su quinto partido al frente del Zaragoza. Eso sí, una nueva derrota, la quinta en otros tantos encuentros, sería insostenible y abocaría al técnico a dejar el cargo. En ese supuesto, la aceleración en las enquistadas negociaciones con Víctor sería obligada ante la cercanía del próximo compromiso liguero (el domingo en casa ante el Fuenlabrada).

En cambio, si el Zaragoza rompe de una vez con su histórica racha de once partidos sin ganar, el club habrá ganado tiempo y la continuidad de Martínez como entrenador durante más partidos ya no sería una quimera. Del zaragozano se valora su capacidad de trabajo, su versatilidad para disponer el equipo en diversas disposiciones tácticas y su valentía para recurrir a jugadores jóvenes a pesar de la dramática situación. Así lo hizo el domingo ante el principal candidato a ascender a Primera, el Espanyol, ante el que el Zaragoza dio la cara con tres de los integrantes del equipo juvenil que se proclamó campeón de España hace año y medio: Francho (19 años), Francés (18) y Azón (17).