Lalo Arantegui y Javi Suárez no acabaron del todo bien. Más bien, todo lo contrario. En junio del 2017, el técnico acababa de firmar el ascenso del filial a Segunda B tras una brillante eliminatoria que devolvía al equipo a la categoría de bronce del fútbol español. Suárez, hasta entonces miembro del área deportiva del club, tomaba las riendas del equipo relevando a César Láinez, al que Lalo, que apenas llevaba un mes en la dirección deportiva procedente del Huesca, encomendó la ingente tarea de salvar al primer equipo del descenso. Los dos técnicos saldaron con sendos éxitos semejantes desafíos, pero el regreso de Láinez al filial llevó a Lalo a prescindir de Suárez, que abandonó el club. El desencuentro con Lalo, que posteriormente también protagonizaría un agrio enconamiento con Láinez, parecía cerrar a Suárez las puertas de la Ciudad Deportiva mientras el director deportivo siguiera en el cargo.

Sin embargo, Javi Suárez apareció ayer por sorpresa junto a Iván Martínez en el primer entrenamiento del nuevo cuerpo técnico. Su presencia, requerida por el propio Martínez, contaba con la autorización del club y, por tanto, de Lalo, que cedió incapaz de mantener una postura de fuerza. De hecho, su posición es la más débil desde que llegó.

El obligado despido de Baraja ha supuesto un serio revés para Lalo, cuya figura ya acumula grietas. De hecho, la confianza en él está cada vez más erosionada y, a pesar de que el año pasado renovó para cuatro más, su desgaste al frente de la parcela deportiva es evidente. Aún cuenta con el apoyo de la dirección general, pero puede que ya no por mucho tiempo más. Su incapacidad al elegir entrenadores (Idiakez, Alcaraz y Baraja han durado diez partidos como mucho cada uno) le ha abocado a una acuciante pérdida de fortaleza y su posición es más endeble que nunca.

Lalo quiere que Iván Martínez sea el entrenador del Zaragoza toda la temporada. La apuesta es firme y responde no solo a una clara convicción en las facultades del entrenador sino a una apuesta personal camuflada en última oportunidad ante el Consejo. Si Martínez resucita al Zaragoza, Lalo rescatará gran parte del crédito y la credibilidad perdidos por el camino. Si sale mal y el equipo sigue hundido, contará con la coartada de haber intentado, sin éxito, el regreso de Víctor y, tras su negativa, haber dado la gran oportunidad de su vida a un entrenador de la casa que goza del favor popular lejos de elecciones exóticas o incomprensibles como en su día fue la de Alcaraz.

Lalo, que este miércoles dará explicaciones en una rueda de prensa, sabe que su posición se ha debilitado en gran medida, pero dará la cara, quizá, para pedir disculpas por otra elección errónea o para prometer lucha y compromiso hasta el final. O para ambas cosas. Mientras, se extiende la sensación de que él va por un lado y el Consejo por otro.