—Salió del Zaragoza como jugador al no contar para Víctor y volvió de su mano. Es curioso.

--Sí, así es. Es que era muy difícil jugar con ese plantel de delanteros, con los Pardeza, Esnáider o Higuera y Poyet que llegaba desde atrás. Yo no era un jugador importante para él, me fui al Logroñés, volví y seguía sin contar, pero desde el respeto y desde una decisión deportiva que hay que entender. Y la entendí.

—¿Había una espina clavada?

—Cuando un jugador es profesional y no juega intenta no aceptarlo, es algo que es doloroso, pero nunca tuve nada que reprocharle. Y con el tiempo aún eres más consciente del nivel que había. Estuve un año, pude disfrutar de aquella Recopa y los recuerdos son inmejorables.

—¿Mantuvieron contacto después Víctor y usted?

—No, no hemos tenido, no había una relación. Nos hemos visto alguna vez y nos hemos saludado, pero solo eso. Para mí fue una gran sorpresa cuando me llamó. No es que me extrañara que lo hiciera, aunque sí sentí esa alegría de que él contara conmigo.

—Entrenaba usted al Brea. ¿Le costó decidirse?

—No puedo mentir, Víctor me llamó una tarde, me habló de la posibilidad y al día siguiente me volvió a llamar. Esa noche entre medias la pasé sin dormir mucho pero el ‘sí’ estaba ya en mi cama, lo tenía claro. No hubo dudas.

—¿Qué club se ha encontrado?

—Muy distinto, claro. Viví como jugador un año brutal que no sé si volverá a darse a ese nivel y ahora toca una situación de exigencia y de necesidad, de tirar para arriba. Pero el reto es igual de bonito. La salvación ha estado complicada, aunque ahora la tenemos encarrilada. A ver si la logramos lo antes posible.

—El equipo reaccionó bien a la llegada de Víctor, pero después no ha mantenido esa línea.

—Bueno, ha habido una reacción global y, si pones los puntos desde que llegamos, el equipo estaría sexto o séptimo, cerca de la promoción. Son números buenos. Víctor creo que les cambió la mentalidad a los jugadores, les hizo creer en sus posibilidades y se dieron resultados que sostenían ese trabajo. Después nos ha costado algo más, aunque tampoco creíamos que el Zaragoza tenía que estar en una situación tan mala, porque había más potencial. Se ha sabido reconducir una situación delicada, es difícil darle la vuelta estando abajo.

—¿Hubo miedo a bajar?

--Siempre existe en la vida el miedo. Estábamos tranquilos con el trabajo, pero no somos inconscientes y había que mirar hacia abajo sabiendo que el peligro estaba ahí. Y ahora estamos a siete puntos, sigue estando el peligro. No hay que ser ningún loco y tenemos que seguir trabajando. Lo tenemos en el camino, sí, pero no nos podemos dormir.

—Víctor dice que ser de la casa implica un grado de desgaste mayor por la responsabilidad. ¿Usted que fue jugador siente algo parecido?

—Es evidente que es así. Mi primer día al volver fue de euforia y después fui consciente de que la misión era difícil y de esa responsabilidad tremenda. Toda la familia de mi mujer es de aquí, mis hijos, también, yo ya llevo más años viviendo aquí que en Sevilla. Es una responsabilidad no solo deportiva sino personal. Por eso no queremos solo conseguirlo de forma matemática sino terminar la temporada lo mejor posible para dejar una buena sensación a la afición.

—Una de las claves de la temporada han sido las lesiones. ¿Por qué hubo tantas?

—Nos han golpeado mucho y con recaídas. A veces son circunstancias, Papu se recupera y después tiene una entrada en un entrenamiento. Son situaciones de fútbol y las segundas vueltas son más proclives a las lesiones, por eso se hacen las plantillas largas. Y hay temporadas que salen cruzadas en ese sentido...

—¿La explicación puede estar en que la plantilla tiene una baja calidad física?

—Depende de lo que se entienda por eso. No somos un equipo fuerte a nivel físico, está claro, no somos grandes ni tenemos una media de más de 1,85 metros. Eso sí, para mí la explicación no está en que el equipo no esté bien en la preparación física, ya que terminamos bien los partidos.

—¿La plantilla daba para estar entre los seis mejores?

—No todo es la configuración de una plantilla, hay buenos grupos de jugadores que no están arriba. Está claro que no es un equipo para ir donde iba cuando llegamos, no es para pelear por no bajar. ¿Entre los seis primeros? Estando muy finos, dando el 200% y en una temporada óptima en todo, podría ser, pero es muy difícil todo eso. Y la categoría está muy igualada, con muchos equipos con potencial.

—¿Cree que al equipo le falta gol en su zona ofensiva?

—Los goles son cuestión de todos, igual que cuando un equipo no funciona en defensa no solo tienen la culpa los cuatro de atrás. Si no llegan los goles el primer sitio donde se mira es a los delanteros y ha habido momentos de la temporada en que no los han hecho. De todas formas, no tenemos un bagaje bajo de goles.

—¿Una delantera con Álvaro, Gual, Linares y Pombo es competitiva para esta categoría?

—Creo que sí lo es, tienen potencial. Pero hay otros factores, hay que valorar el estado mental también, pero por nombres y por condiciones si se mira en verano sí es una delantera con la que se pueda pensar en estar más arriba.

—¿Ha hablado mucho con Marc Gual, Pombo y Álvaro?

—He sido delantero y sé cómo están de presionados. Claro que he hablado mucho con ellos, sobre todo con Marc que es el más joven, para transmitirle las sensaciones que yo tenía, cómo debía llevar las cosas. Son buenos jugadores, con condiciones y potencial. Venimos también de los Borja Bastón, Borja Iglesias o Ángel, que habían llegado a un nivel tan alto que es complicada la comparación. Este año se ha dado así, pero es perfectamente posible que el próximo te metan doce goles cada uno.

—Quizá falta un ariete de área, un ‘9’ puro, como Borja Iglesias.

—Pero Marc sí tiene movimientos de 9 puro. Al final es la situación, la bola en la que te metes. El equipo no empezó bien y todo cuesta a nivel individual si el global no funciona. Antes de llegar Víctor la sensación que daba el equipo es de no creer en lo que hacía y después ha competido siempre. Con todos los equipos de arriba lo hizo, quizá no solo en Mallorca. Pero a lo mejor fue tarde cuando nos montamos en la bicicleta.

—¿Qué papel juega usted de segundo entrenador con Víctor?

—Un apoyo a la hora de valorar, de tener información, él me pide opiniones, preparamos los entrenamientos... Todo entrenador tiene una persona de confianza y para mí es importante la confianza que está él teniendo en mí.

—¿Le ha cambiado la opinión sobre él al ser su segundo?

—Nunca tuve una mala percepción personal al entrenarme, pero ahora estoy conociendo otro Víctor por así decirlo, más cercano, que confía más en mí y que se siente seguro con mi trabajo a su lado. Eso es importante.

—Víctor dice que se va el 30 de junio. ¿Usted qué dice?

—Que lo principal es acabar la temporada con el equipo en las mejores condiciones posibles.

—¿Cierra la puerta a quedarse si no lo hace Víctor?

—No me cierro nada, estoy con Víctor y veremos lo que decide.

—¿Su futuro está ligado a él?

—A día de hoy, sí.

—¿Y desde el 30 de junio?

—No sé, estoy muy agradecido a Víctor por la oportunidad que me ha dado y mi primera intención es estar a su lado, pero la vida no sabes lo que te va a deparar. Mi futuro a largo plazo es ser entrenador profesional, no puedo mentir. No sé lo que va a hacer Víctor ni lo que haré yo, pero le doy las menos vueltas posibles, estoy solo centrado en mi trabajo y no me gustaría sacar esa permanencia por los pelos, sino con una sensación buena. Ya veremos qué pasa y las opciones que hay.

—Si Víctor siguiera de mánager deportivo y pensara en usted como entrenador, ¿se ve preparado para dirigir al Real Zaragoza?

—Estar al lado de él como segundo ha sido un máster que necesitaba. Está claro que me veo capaz de entrenarlo, es para lo que he peleado y me he formado. Pero insisto en que no es mi objetivo hoy, sino estar al lado de Víctor. Sería mentir decir que no me siento preparado. Para mí sería una ilusión, creo que estoy suficientemente preparado, pero no me planteo nada que no sea a través de la decisión de Víctor. Vamos a esperar a ver qué hace.

—Ha dirigido al Ejea, al Ebro, al Brea... ¿Dónde pone su techo?

—Siempre tuve claro que mi futuro era este y he trabajado durísimo para ser el entrenador que soy. Hay mucha gente que quisiera estar al lado de Víctor y aprender lo que estoy aprendiendo, pero no me conformo con esto, quiero seguir progresando y mi objetivo es ser primer entrenador, porque sé que soy capaz, porque confío en mis posibilidades.

—El Zaragoza, si logra salvarse, llegará a su séptimo curso seguido en Segunda. ¿Entiende la sensación de hastío de la afición?

—Claro, hay esa sensación de hartazgo, a todos nos gustaría que el equipo estuviera donde casi siempre y más a ellos, que están ahí y cada año creen que va a ser el del ascenso. Pero no podemos olvidarnos de la situación crítica económica que pasó el club. Ahora está en proceso de ir limpiando todo y de hacerlo lo más rápido posible, pero hay un límite salarial que cumplir. Es difícil subir así, pero se puede lograr y creo que el Zaragoza está cerca de hacerlo, ojalá el año que viene.

—El club ha apostado con un proyecto con mucha cantera. ¿Qué le parece para el futuro?

—La cantera es importante, pero no solo con ella puedes estar arriba en esta Segunda. Hay que ver las cosas positivas, tratar de mejorar y lo principal es acertar en el que va a estar al mando porque a partir de ahí se puede crecer. El equipo posee mimbres para intentar progresar en algunos puntos y tener opciones de subir.

—Acertar en el que va a estar al mando del equipo es clave.

--A veces piensas que aciertas y luego no se da. Es muy importante acertar, que conozca la casa y sepa bien la situación del club.

—¿El club acertó con Víctor, usted y Cabellud en diciembre?

—Víctor fue el idóneo en su llegada, porque la situación necesitaba de un entrenador que fuera creíble en su discurso, que los jugadores creyeran en sus palabras. Él tiene ese perfil y conoce la casa. Fue un acierto del club.

—¿Qué sentirán en junio cuando tengan la salvación en la mano?

—Para mí los decisivos han sido los aficionados, que han estado apoyando al equipo. Nosotros habremos hecho nuestro trabajo porque somos profesionales, es lo que se esperaba de nosotros.