Es norma en Lalo Arantegui desde que está al cargo de la dirección deportiva del Real Zaragoza hacer un balance al final de cada temporada de lo sucedido y de lo que está por venir. En este recién concluido junio lo volvió a hacer. Asumió la responsabilidad de lo ocurrido, lo cual le honra a título personal en un club donde la autocrítica es rara avis, confirmó oficialmente los fichajes de Bikoro, Mingotes y Etinof, luego desgraciadamente frustrado, y anunció, como había hecho otras veces, los futbolistas a los que el club buscaba una salida vía traspaso: Alberto Benito, contratado ya por el Albacete, Pombo, Verdasca, Álex Muñoz y Raí.

Con toda seguridad, el aficionado volvió a agradecer semejante ejercicio de transparencia porque todo, absolutamente todo, lo que concierne al futuro de su equipo suscita un importante interés. Otro frente de debate paralelo es si tanta claridad es buena para el Zaragoza. Al final, los fontaneros del mundo del fútbol lo conocen todo, pero lo que es seguro es que abrir la puerta a una serie de jugadores de esa manera tan directa no encarece el producto, si algo hace es devaluarlo.

Benito se ha ido gratis al Albacete, que solo pagará en caso de que se cumplan variables futuras. Los otros cuatro siguen donde estaban. Benito, Pombo y Verdasca son jugadores que en algún momento han tenido un valor de mercado, ahora perdido casi por completo por bajo rendimiento o pésima gestión de sus casos. Será difícil que el Zaragoza gane dinero, mucho o poco, por ellos.