Parece que juguemos la final de la Copa del Mundo". No son el hábitat natural de Víctor Muñoz las comparecencias ante la prensa. Cuando las preguntas pasan de la docena empieza a torcer el gesto con un ademán entre el cansancio y la incomodidad. Lo hacía antes y lo mantiene ahora. El caso es que el técnico respondió así con una sonrisa cuando se le incidió durante varias veces en la importancia del duelo de mañana. Él sabe perfectamente lo mucho que hay en juego ante el Deportivo de La Coruña y en las otras once finales que restarán después, con un descenso a Segunda B de funestas consecuencias a dos puntos y con la posibilidad de reaccionar para intentar alcanzar al menos la promoción de ascenso, que está ahora a cuatro. No hay tiempo que perder, pero tampoco quiere el entrenador un exceso de responsabilidad en los suyos. "Hay mucho en juego naturalmente y hay responsabilidad por ello, pero no nos pongamos más, vamos a liberarnos un poco", añadió.

El discurso del partido a partido es un tópico en los entrenadores y Víctor no es una excepción. Mucho más en este caso, cuando el Zaragoza llega de siete jornadas sin ganar (3 puntos de 21 posibles), con un rendimiento terrible en Ponferrada, donde el equipo dio la impresión de candidato al descenso, y con un cambio de entrenador, con la salida de Paco Herrera y con la llegada de Víctor, que debe tener su medida real en el césped, frente al Deportivo. El cuadro gallego es el segundo clasificado, el equipo que más puntos ha logrado como visitante en la categoría de plata (25 puntos, ocho victorias) y el segundo que menos goles recibe, solo 23 en 30 jornadas, un dato que solo mejora el Eibar, líder. Pese a todo, Víctor incide en el espíritu que espera: "El equipo tiene muchas ganas de demostrar lo que es, dar una alegría a la afición y, lo más importante, liberarse de una mala racha y de una clasificación que no es la que debería. Los primeros interesados y los que más ganas tienen son los jugadores".

En todo caso, su llegada ha devuelto las expectativas a una afición que ha visto caer a un Zaragoza a los niveles de miseria como club y como equipo en los últimos tiempos. La grada espera que al menos sobre el terreno de juego la mano del técnico que logró la última gesta del Zaragoza, en Montjuic en el 2004, se note para que el cuadro aragonés aún tenga tiempo de pensar en volver a la élite en esta temporada: "Yo lo que deseo es sacar el máximo rendimiento a este grupo y que la afición disfrute y se encuentre a gusto con su equipo. Lo que invito a los abonados y también a los no abonados es a que acudan al campo y apoyen a los futbolistas y al equipo", aseveró, una petición que contrasta con la baja afluencia de espectadores que ha tenido La Romareda en todo el curso, donde las mejores entradas, ante Numancia y Barça B, con 14.000 espectadores, no llegaron ni a la mitad de aforo del Municipal (34.000).

BUEN TRABAJO Aquí, en su feudo, el Zaragoza ha dejado escapar 25 puntos de los 45 que ha disputado, lo que le coloca como el cuarto peor local de Segunda y, además, señala una sangría que Víctor espera frenar mañana. "Estoy contento por la motivación y la actitud y se ha hecho un trabajo magnífico estos días. Yo tengo que ayudar a los jugadores. Para que todo esto funcione, todos tenemos que estar integrados y convencidos de lo que tenemos. Hay que estar convencidos de que podemos ganar al Deportivo, de que podemos hacer muchos puntos de aquí al final del campeonato". Quedan, de hecho, 36 en juego. El ascenso directo exige fallar muy poco, o casi nada, mientras que el margen es algo mayor para llegar a la promoción, aunque es obvio que el Zaragoza tiene que cambiar ya su dinámica actual.

Pero Víctor no hace cuentas. Ni una sola. De hecho, se negó el entrenador a hacer más prospecciones de futuro que la del partido ante el conjunto gallego. No hace falta que diga que la plantilla que tiene es muy mejorable, que cuenta con pocos efectivos, que le faltan al menos un 9 de área y un centrocampista con salida de balón, pero eso ahora noquiere despistar ni un ápice al entrenador aragonés.

ANÁLISIS POSPUESTOS A su llegada ya dijo que su equipo era el mejor, porque no lo podía cambiar, y ayer, cuando se le preguntó si lo que había visto estos días se ajustaba a lo que pensaba, repitió el discurso: "Tengo el mejor equipo que puedo tener y no tengo otro. Intento coordinar lo que hay y sacar el máximo rendimiento a los jugadores, estoy para eso. Las valoraciones no sirven ahora, hay que hacerlas al final, para analizar dónde estamos y lo que hemos podido hacer. Ahora no puedo responder a eso", sentenció el técnico del conjunto zaragocista.