No es la primera vez y mientras el Real Zaragoza esté en Segunda y con esta economía de guerra tampoco será la última. El club aragonés no puede aspirar a pagar traspasos de jugadores de rendimiento asegurado e inmediato y debe seducir a futbolistas con margen de crecimiento y hambre. Véase Borja Iglesias o Luis Suárez.

Gabriel Fernández, en cambio, sí que es un delantero más contrastado que el gallego y el colombiano, pero necesita retomar ese gran nivel que llevó al Celta de Vigo a pagar unos 4 millones de euros a Peñarol por su pase. Es un volcán dormido. En el club celeste tenían muchas esperanzas puestas en él y de hecho pronto se le apodó como el nuevo Maxi Gómez. Uruguayo, alto, muy potente, vitola de goleador… Estaba llamado a ser un futbolista diferencial y llegó desde el primer momento con esa presión.

Sin embargo, ni ha tenido la continuidad necesaria para despuntar ni la situación clasificatoria del Celta ayudó a que terminase de estabilizarse. Empezó de forma sensacional, siendo titular y dando la victoria a su equipo en la segunda jornada con un bonito taconazo ante el Valencia, muy similar al de Puado contra el Girona el pasado curso. Pero hasta ahí llegó su producción goleadora.

Se diluyó, la mala racha del Celta no le ayudó y mucho menos le vino bien la destitución de Fran Escribá. Óscar García Junyent cambió de sistema, comenzó a utilizar solamente un delantero centro en vez de dos y por si fuera poco con el fichaje de Smolov el uruguayo se vio relegado casi siempre a disputar los minutos finales y siempre cuando el partido requería la entrada de un ariete.

Por si fuera poco, también tuvo un episodio desagradable que le ha podido afectar. En el 2018 atropelló a una joven de 18 años en Uruguay por exceso de velocidad, aunque dio negativo en la prueba de alcoholemia. La chica se quedó en coma y, finalmente, el pasado mes de marzo falleció. El delantero, para evitar la cárcel y tener antecedentes penales, pactó una indemnización de 800.000 euros con la familia. Una situación complicada.

Es un futbolista con muchísimo potencial, sin hueco en el Celta por las plazas de extracomunitarios, pero en el club vigués todavía confían en que vuelva a ser ese jugador diferencial que era en Uruguay. Y si el Celta confía, el Zaragoza, más.