Casi ocho años después, el caso Dutroux, que en 1996 conmocionó Bélgica e hizo tambalear a sus instituciones, llega al fin ante el Tribunal Penal de Arlon. Pero pocos confían en que la apertura de este proceso judicial tan tardío, que se alargará seguramente al menos dos meses más, sirva para esclarecer realmente la verdad sobre el secuestro de seis niñas y adolescentes y el asesinato de cuatro de ellas.

Las autoridades gubernamentales belgas han dado prioridad desde el principio a la tesis de que esos repugnantes crímenes fueron la acción de un perverso depredador solitario. Sin embargo, la mayoría de la población belga está convencida de que Marc Dutroux y sus cómplices actuaron al servicio de una amplia red de pederastas, protegida por autoridades políticas y judiciales, en un país con numerosas desapariciones de niñas y adolescentes sin resolver.

Marc Dutroux fue detenido el 13 de agosto de 1996, gracias a la diligente y fulgurante actuación del juez de Neufchateau Jean-Marc Connerotte tras el secuestro, cuatro días antes, de Laetitia Delhez, de 14 años. La confesión de Dutroux permitió liberar con vida a Laetitia y a Sabine Dardenne, de 12 años, que llevaba casi tres meses secuestrada. Ambas permanecían en el sótano de una vivienda en Marcinelle, en las afueras de Charleroi.

La alegría inicial por la resolución de los dos secuestros se transformó en una conmoción popular al descubrirse en otras dos propiedades de Dutroux los cadáveres de las niñas Julie Lejeune y Melissa Russo, de 8 años, y de las adolescentes An Marchal, de 17, y de Eefje Lambrecks, de 19, todas ellas secuestradas un año antes.

Población indignada

El horror de la población se transformó pronto en cólera contra las instituciones al multiplicarse las informaciones sobre la sospechosa desidia con que las autoridades judiciales de Charleroi y Lieja trataron los expedientes de los anteriores secuestros.

La rabia popular estalló finalmente el 14 de octubre de 1996, al arrebatar el Tribunal Supremo la investigación del caso al juez Connerotte, cuando pretendía indagar a fondo en la existencia de la red de pedofilia de la que Dutroux sería un mero peón suministrador. La protesta popular culminó en la multitudinaria manifestación blanca, que concentró en Bruselas a más de 300.000 participantes el 20 de octubre de 1996.

Ocho años después llega el juicio, que durará dos meses y en el que se escuchará a 470 testigos. Pero para los padres de Julie y Melissa, las dos niñas que murieron de hambre en el sótano de la casa de Dutroux, se trata de un "circo mediático" que no servirá para esclarecer la verdad, porque los investigadores "no hicieron bien su trabajo".