Junto a la primera vacuna contra la malaria, que ha comenzado a administrarse a 360.000 niños en tres países africanos para probar su eficacia, las esperanzas de erradicación de una enfermedad que se cobra 350.000 muertes anuales están depositadas en la tafenoquina, el primer medicamento desarrollado en 60 años contra un tipo específico de paludismo que tiene gran incidencia.

España ha participado en su desarrollo y aprobación por parte de la FDA, la agencia del medicamento de EEUU, a través de un centro puntero, situado en Madrid y perteneciente a la farmacéutica GSK, en el que se investigan tratamientos para enfermedades que son endémicas en zonas en vías de desarrollo. GSK ha contribuido tanto a la creación de la primera vacuna contra la malaria, a través de sus laboratorios belgas, como de la tafenoquina, el innovador fármaco que abre nuevas posibilidades de curación.

La malaria está causada por el plasmodium, un parásito que llega a la sangre por la picadura de un mosquito. Quique Bassat, coordinador del Instituto de Salud Global, explica que uno de los «cuellos de botella» del proceso de curación se sitúa en el hígado. Aunque una persona sea tratada con éxito contra la enfermedad, en este órgano se quedan hipnozoitos o fórmulas durmientes indetectables que causan la reactivación. La tafenoquina elimina dichos hipnozoitos hepáticos.