Ni la vida ni la ciencia pueden tomarse demasiado en serio. De ahí que año tras año los Ig Nobel Improbable Research, la parodia de los prestigiosos Premios Nobel, sorprendan desvelando algunas de las investigaciones más irreverentes del panorama científico internacional. Una iniciativa mediante la cual se pretende dar visibilidad a aquellos trabajos que «celebran lo inusual, honran lo imaginativo y estimulan el interés de todos por la ciencia, la medicina y la tecnología» y que a su vez provocan risas y pensamientos mucho más profundos. Este año un equipo de investigadores españoles de la Universidad de Valencia, dirigidos por Francisco Alonso, fue galardonado por un trabajo sobre «la frecuencia, la motivación y los efectos de gritar y maldecir mientras se conduce». Un estudio sobre los hábitos de conducción de los españoles que consiguió el aclamado Ig Nobel de la Paz.

Así, el grado de tolerancia social hacia las malas prácticas en la carretera es variable. Mientras que para algunas personas las maniobras inapropiadas deben ser ignoradas y aceptadas como algo inevitable, para otros cualquier incorrección despierta una indignación extrema. Algo que puede conseguir que los conductores desaten toda su furia con el uso de «blasfemias y groserías, maldiciendo y acompañando sus palabras con gestos de reproche e incluso llegando a una confrontación».

Uno de los premios más aclamados fue el que ganó Akira Horiuch, el gastroenterólogo japonés que triunfó por investigar sobre sus propias carnes una técnica para las colonoscopias do-it-yourself. Es decir, un examen rectal auto-exploratorio que tan solo le valió a Horiuch una «leve incomodidad», según declaró.

En el ámbito de la medicina, un equipo de investigadores americanos también fue premiado por validar la idea de que un paseo en las montañas rusas puede ser útil para contribuir a eliminar las pequeñas piedras en el riñón. En biología, una investigación sobre «el aroma de las moscas» alcanzó el podio al demostrar que los (verdaderos) expertos en vino son capaces de identificar de manera fiable el olor de una sola mosca en una copa de vino. En química, la investigación ganadora resuelve a partir de qué grado la saliva humana puede ser un agente limpiador.