Rubén Ortega nunca olvidará la pasada Nochevieja. Este montañero de 33 años, nacido en Barakaldo (Vizcaya), se dispuso a cumplir con la tradición del cresterío, que se realiza el primer día del año entre el monte Gorbea y el Aldamín. El intento de lanzar un cohete desde la cumbre le llevó a avanzar cuando las condiciones meteorológicas aconsejaban regresar. Seguramente el hielo del camino le hizo resbalar y lastimarse la rodilla, aunque gracias al teléfono móvil logró comunicarse con el servicio de emergencias. Su mensaje no tiene desperdicio: "No os imagináis por dónde me he caído. Ni yo sé cómo estoy vivo. Pero tampoco sé dónde estoy ahora". Tras horas de búsqueda, los equipos de salvamento lo localizaron ayer por la mañana, con una costilla rota, entre otras heridas, y una ligera hipotermia.

En una grieta

Durante dos días, un equipo formado por 80 especialistas en montaña peinó el Gorbea. Los equipos de voluntarios lo localizaron en la zona que sospechaban, a la que no pudieron llegar hasta ayer por la mañana por el mal tiempo. Estaba en una grieta, a cuatro metros de profundidad. Los servicios de rescate de montaña de la Ertzaintza lo trasladaron hasta un refugio, donde le recogió una ambulancia. Un primer diagnóstico hizo temer por la gravedad de su hipotermia, pero según pasaron las horas se sintió mejor.

Rubén Ortega subió al Gorbea con un amigo, pero tras comprobar que el fuerte viento les impedía lanzar el cohete tal como pretendían, iniciaron el descenso. Sin embargo, Ortega decidió enviar un mensaje por el móvil a su familia, y se quedó rezagado. Mientras su amigo continuó, él resbaló y cayó por una grieta.

Desde allí llamó ocho veces a los servicios de emergencia, a los que informó de su accidente y de que una herida en la rodilla le impedía escalar. Sin embargo, no supo precisar la zona donde estaba. Entre tanto, su compañero supuso que había vuelto al refugio por otro camino y prosiguió el descenso.