En el sistema judicial español se utiliza la campanilla para mantener el orden en la sala o para abrir y cerrar los juicios, a diferencia de los países anglosajones que utilizan el mazo de madera. Un sonido que desde septiembre del 2013 ha enmudecido en los antiguos juzgados de la plaza del Pilar de Zaragoza, puestos en marcha en 1966 y trasladados a su actual emplazamiento, en el recinto de la Expo, con el que se permitió unificar las sedes desperdigadas por la ciudad, además de modernizarlas.

Si las paredes de este edificio hablaran contarían muchas historias, la mayoría tristes, aunque en muchos de estos casos la Justicia permitió reparar ese sentimiento. Los pasillos en los que los familiares del Yak-42 se enfrentaron a las compañías aéreas responsables del trágico vuelo ya están desnudos de su mobiliarios, al igual que las salas de vistas como en la que se sentaron los promotores del edificio Las Estrellas de Valdefierro que construyeron un inmueble sobre una dolina.

La mayoría de las butacas, sillas y mesas fueron trasladadas a otros edificios pertenecientes a la DGA. Y es que la premisa siempre ha sido la reutilización de objetos. No obstante, dos salas de vistas se han convertido en dos grandes guardamuebles, donde se amontonan los estrados al no tener sitio en la actual Ciudad de la Justicia por ser un mobiliario poco cohente con la imagen de estas instalaciones propias del siglo XXI. Sus maderas nobles reflejan lo que significaron, ahora están a la espera de que su calidad les defienda de acabar en una planta de reciclado.

La Ley de Protección de Datos se ha cumplió a rajatabla en el traslado de este edificio. No hay ninguna sentencia, auto o fichero que corresponda con un ciudadano. La única referencia de lo que fue esta instalación sigue perenne al día de hoy en el Juzgado de Guardia. Sobre el mostrador en el que se atendía al público continúan pegadas las extensiones telefónicas internas necesarias en el quehacer diario de los funcionarios como es la Guardia Civil, la Policía Nacional o la cárcel. Testigo del abandono es un papel, con fecha 16 de septiembre del 2013, en el que se hace una relación de enseres que deben ir en la mudanza.

También reflejan lo que fue los calabozos. Ahora todas sus puertas están abiertas, ya no tienen candados que ocultaban los enfados y palabras de amor de los un día detenidos.