Fiel a su estilo personal, el discurso que ayer pronunció el presidente Iglesias sobre el Estado de la Comunidad tuvo formalmente un tono sereno, muy ponderado y un contenido bastante previsible en términos generales. Fue una intervención didáctica y no mal articulada, aunque, para mi gusto, demasiado prolija. Un discurso, en suma, con muchos datos de la menuda actividad departamental, pero un poco justo de ideas.

Excelente el apartado dedicado a la financiación de la comunidad autónoma, asunto crucial del que los sucesivos presidentes han solido huir como de la tiña en su comparecencias. Al no eludir cuestión tan fundamental como compleja, el presidente Iglesias confirma que tiene en el consejero Bandrés un sólido apoyo doctrinal. Del resto, agradecer una completa visión de los grandes temas de los que depende la cohesión social en la región y destacar la visión estratégica de Aragón como espacio europeo de referencia. No tanto por la novedad del argumento como por el hecho --incuestionable-- de que, gracias a la acción de gobierno y los agentes sociales, Aragón está hoy mucho más cerca de serlo en varios sectores punteros.

Nadie puede reprocharle al presidente del Ejecutivo aragonés, en fin, que haya intentado rentabilizar una legislatura por fin sosegada y estable. Ni que se haya apoyado en indudables logros en materia de política y desarrollo regional para lanzar un mensaje optimista. En el primer round , es lo que correspondía.