Conforme la noticia del derribo de la casa fue extendiéndose por Alagón, algunos vecinos fueron acercándose al lugar para mostrar su apoyo a la familia Valdés. La indignación era evidente entre los congregados, que se quejaron por la excesiva presencia policial --más de 20 guardias civiles-- al grito de: "¡No son terroristas!". Pero los reproches más repetidos por los vecinos de Alagón iban dirigidos a su alcalde, el socialista José María Becerril, por no estar presente pero, sobre todo, por no haber sido capaz de ofrecer un alojamiento alternativo a los cuatro desahuciados.