Ana Obregón ha perdido el miedo a hablar de la muerte de su hijo. Con la publicación del libro "El niño de las musarañas", un duro relato que comenzó a escribir Aless Lequio y terminó su madre, va liberando los fantasmas de aquel "puto 23 de marzo", como ella misma describe al día en que le dieron el mal diagnóstico de la enfermedad de su hijo. Revivir aquellos momentos no es sencillo, pero la bióloga se ha sincerado con Carlos Herrera en su programa de la Cope.

Acudió a hablar de libro, que ya va por su cuarta edición dado a su éxito en ventas, y terminó rememorando duros momentos del final de la vida de su hijo junto a Alessandro Lequio. "Desde pequeño, era como si hubiera tenido la premonición de que no viviría mucho. Es algo increíble. Qué niño, desde que tiene 5 años, escribe una nota para leerla al año siguiente en la casa de verano. Cuando encontré las notas siempre decía: "hasta el año que viene", recuerda Obregón. Ahí empezó el germen del libro.

Los momentos más difíciles llegaron en Estados Unidos, donde se tuvieron que trasladar porque en España no había tratamiento para su hijo. Se trataba de la llamada protonotaria, un tipo de tratamiento que ya se puede hacer en España gracias a una máquina que ha donado Amancio Ortega"Pablo Iglesias dice que lo de Amancio Ortega son limosnas, pero la máquina que él ha traído a España está salvando vidas", aprovecha la presentadora para reprochar al político.

Ana le cuenta a Carlos el momento en el que tuvo que intervenir el Rey para ayudarla cuando estaba en Estados Unidos. "Habían pasado tres meses y nos iban a deportar. Pedí cita para aumentar la visa en EE. UU. Llamé a Alessandro y pedí que llamara al Rey. Se puso en contacto con él, y fue Juan Carlos. Lo cuento porque estoy eternamente agradecida. Hay que ponerse en lugar de una madre desesperada y nos lo consiguió", recuerda.

Pese a que Obregón trataba de mostrarse entera y positiva, los peores momentos llegaron. "No pude despedirme de mi hijo. Yo no perdí la esperanza hasta dos días antes", rememora. "Le sedaron y me quedé ahí", dice con la voz entrecortada. "Estuve abrazada dos días al cuerpo de Aless hasta que se lo tuvieron que llevar". Y se rompió.