Teresa Perales está a 100 metros de hacer historia. 100 que dependan de ella, porque en realidad serán 400 en la última prueba que disputará en Tokio, el relevo 4x100 con el combinado español, la competición en la que intentará igualar las 28 preseas de Michael Phelps, lo que le elevaría al Olimpo de los deportistas mundiales. Más todavía.

No logró metal en sus dos primeras pruebas en los actuales Juegos Paralímpicos (terminó quinta en ambas), en gran medida por todos los problemas de hombro que lleva arrastrando en los últimos meses y que le mandarán al quirófano conforme regrese a España, pero el pasado lunes logró la plata en los 50 metros espalda S5 mermada y lesionada. Solo la china Lu Dong consiguió ser más rápida que ella, una medalla con un sabor especial por todo el difícil camino que lleva recorrido.

Ahora, en sus sextos Juegos Paralímpicos, tiene la oportunidad de igualar, a sus 45 años, las 28 medallas de Michael Phelps, el Tiburón de Baltimore, el mejor nadador de la historia en cuanto a número total de medallas olímpicas. A las 12.59 horas de este jueves tratará, junto a su equipo del 4x100, conseguir ese ansiado metal, que no solo sería muy especial por la cifra, absolutamente histórica, sino también por cómo llegaría, por haberlo hecho con todos los problemas que tiene en el hombro.

«Uno de los motivos por los que quería recuperarme es el 4x100. Hace mucho que no teníamos un relevo tan competitivo y quería estar bien para mis compañeros», dijo Perales después de la última prueba y de conseguir presea. Es decir, está ilusionada, con ganas y con posibilidades de lograr la 28ª.

De todos modos, como durante todos los Juegos Paralímpicos de Tokio, deberá lidiar con el hombro. Se lo luxó hace pocos meses en un entrenamiento y, aunque parecía que podía llegar en condiciones, ha estado entrenando utilizando solo un brazo y ella misma reconoció antes de viajar al país nipón que «luchar por las medallas va a ser muy difícil y entrar en alguna final es un objetivo más real».

Sin embargo, en los 50 metros espalda, sacó fuerzas de donde apenas las tenía, lo dio todo en la piscina y consiguió quedarse a un paso de hacer historia. Además, sumó sus sextos Juegos Paralímpicos consecutivos consiguiendo medalla. Desde Sídney 2000, pasando por Atenas, Pekín, Londres y Río, hasta Tokio subiéndose al cajón, sin fallar en ninguna cita hasta el momento.

Quizá por ello, por tanta dificultad acumulada y por saber que está a un paso de igualar un récord histórico, se le notó tan contenta y emocionada después de conseguir medalla, tanto en sus declaraciones como a la hora de recoger la medalla en el segundo escalón del podio: «Le he echado más coraje que la rasmia, que es una palabra muy aragonesa, que significa un par de esos a la vida. Las opciones que había era entrar en medalla pero una cosa es lo que he soñado y lo que he trabajado. Venía muy tocada del hombro. Lo estamos recolocando porque se coge con pinzas y me voy a operar una semana después de llegar a España. Esta medalla casi roza el milagro y la voluntad humana», resaltó. Perales se cita hoy con la historia de nuevo.