La vida política nacional es como un caleidoscopio en el que lo mismo no es igual. Tenemos un ejemplo en la propuesta de Manuel Fraga para modificar la Constitución con idea de convertir el Senado en una verdadera Cámara territorial. No es la primera vez que el presidente de la Xunta plantea semejante posibilidad. El hecho de que Fraga fuera uno de los siete ponentes que redactaron el texto de la Carta Magna, sin duda, añade autoridad a sus argumentos. La propia Constitución prevé el mecanismo de reforma y, por lo tanto, desde el punto de vista técnico no plantearía ningún problema. Sería, sólo, una cuestión de oportunidad política.

Ya digo que la cuestión es opinable aunque, la reforma en sí, mejoraría el funcionamiento del Senado y, de hecho, el propio PP contemplaba esa posibilidad en su programa del 96. Pero, puesto que el PP de hoy no está por la labor de emprender dicha reforma y demoniza a diestra y a siniestra a quienes como el PSOE o IU si estarían, en cambio, dispuestos a entrar en ese debate, me llama la atención la delicadeza con la que han despachado la propuesta de un Fraga que, no lo olvidemos, amén de padre fundador, todavía es presidente de honor del partido.