No me refiero a los daños que en la columna vertebral puede causar la práctica abusiva del deporte en cuestión, especialmente cuando quien le da con los palos a la pelotita tiene una cronología avanzada. Sino a los que, a través de una pérdida de contacto con el mundanal ruido, puede provocar la pertenencia a alguno de los selectos clubs, léase de elevada cuota de ingreso, donde tal deporte se practica. La lesión que producen suele situarse en la cartera.

El caso Madoff es paradigmático. Cuando estalla el escándalo se descubre que el distinguido septuagenario era socio nada menos que de 60 clubs de golf, todos ellos muy exclusivos ya que solo los muy pudientes podían pasearse por sus greens, que así llaman a la verde hierba quienes creen que circular por ella con un carrito es un ejercicio recomendable. A fin de cuentas, alguien dijo que el golf era el modo más caro de pasearse por el campo, pero para Madoff era el lugar donde encontrar las presas sobre las que construir su pirámide.

EMPEZÓa erigirla en el cerradísimo Palm Beach Country Club de Florida, donde muchos socios, entre hoyo y hoyo, suplicaban a este presunto mago de las finanzas que aceptara gestionar parte importante de su cuantioso patrimonio; eso sí, por una rentabilidad asegurada en absoluto despreciable. Las crónicas no dicen nada de su habilidad como golfista, por lo que no creo que jugara un papel esencial en sus tejemanejes. Una vez exprimido el limón, extendió sus operaciones a otras entidades similares, hasta que el globo ha estallado.

¿CÓMOpudieron personas muy avezadas en complejas operaciones financieras dejarse hipnotizar por tamaño embaucador? Algo debe de tener el juego en cuestión que conlleva una pérdida de agudeza mental mientras se practica para que el grosero anzuelo de Madoff atrapara tanto pez gordo. Bueno sería que, entre otras medidas, se emprendiera una investigación sobre la posible relación entre golf y enajenación transitoria de la racionalidad financiera. El mínimo indicio de su existencia obligaría a prohibir a los banqueros la práctica de este deporte. Al menos, en los clubs de muchas campanillas.

Periodista