Apostar ahora, en plena crisis, por unos Juegos Olímpicos de Invierno en el Pirineo aragonés y que la candidatura aglutine a media comunidad bajo el nombre de Zaragoza 2018, es arriesgado. Aragón (no tanto Jaca) tiene ansias olímpicas, pero aún no se ha creado ese sentimiento entre los ciudadanos (no solo entre los políticos). Hay más infraestructuras que en anteriores candidaturas: mejores carreteras, más hoteles, más aeropuertos y mejores pistas de esquí. Pero solo un proyecto serio, riguroso, sostenible y ambicioso podría encajar. El modelo a seguir: Jaca 98.