Impresiona la explosión de júbilo provocada en los ambientes pro-pesoe por la reorganización del Gobierno central y la consagración de don Marcelino (que, a su vez. faculta el advenimiento de doña Eva a los altares del Pignatelli). Y desde luego ha sido un meneo de lo más interesante. Convierte la necesidad en virtud y la improvisación en ciencia exacta.

Ahora bien, pensar que a medio plazo podrá sostenerse una contraofensiva política del socialismo zapateriano pese a la fea situación económica me parece harto inseguro, por muy Rubalcaba que sea Rubalcaba y por muy vagos que sean los jefes nacionales del PP (que están obviamente inquietos y medio traspuestos con toda esta movida).

Lo que sí tengo por cosa segurísima (salvo milagro o accidente) es que las repercusiones en Aragón de esta jugada de Zapatero cortan de cuajo las aspiraciones electorales de los conservadores tierranoblenses. Mayo está ya muy cerca y los socialistas se han sacado de la manga no uno sino dos ases.

En los próximos días, semanas y meses, Iglesias va a multiplicar su visibilidad ¡y a escala nacional! En verdad, nunca había llegado tan alto un político aragonés en los últimos sesenta o setenta años. Teniendo en cuenta lo barata que va entre nosotros la autoestima, esa proyección mediática del eximio presidente de la DGA (que sigue siéndolo, no se olvide) va a dejar al personal satisfecho y convencido.

Al mismo tiempo la sucesora Almunia también estará muy visible aquí. Será una especie de presidenta interina mientras su mentor va y viene. Ello le permitirá hacer su campaña desde una estupenda tribuna institucional. Lograr tal cosa parecía complicado; pero, de repente, la operación queda cerrada a golpe de improvisación y fortuna. Dije ayer que era éste un gambito de naturaleza orgánica; mas, para mayor precisión, me corrijo: creo que no es tan orgánico como ucedista. ¡Y yo pensando que a Eva se le había pasado el arroz, que su desembarco llegaba tarde!

El PP de Aragón apenas ha sido capaz de susurrar cuatro lugares comunes. Perplejos se han quedado sus jefes ante el juego de manos ejecutado por sus rivales. ¿Y doña Luisa Fernanda, qué piensa de todo esto?