Cuántas veces ha guasapeado usted en las últimas horas? ¿O es más de comunicarse a golpe de tuit? Quizá sea de los que detestan las redes sociales para entretenerse, en ese caso siempre puede recurrir a un libro electrónico. Si lo suyo es el cine, puede hacer un cameo con toda tranquilidad. Si es más de tecnología y aeromodelismo, no pierda de vista a los drones. Si prefiere la cocina, emplate bien aquello que cocine. También puede optar por unas clases de pilates para relajarse. O por un tratamiento facial que reilumine su rostro. Tal vez, ¿algo de bótox? Venga, pronuncie y escriba sin miedo todas esas palabras. En setiembre hubiera cometido un error lingüístico, pero ahora ya no. Ahora puede recurrir a ellas con total tranquilidad porque la Real Academia Española ha decidido incluirlas en el nuevo diccionario que verá la luz el 16 de octubre. ¿Y por qué la RAE acepta esos términos? La explicación que ha dado su director, José Manuel Blecua, es que solo buscan adaptarse a los nuevos tiempos. Que es una forma de "enriquecer el Diccionario, modernizarlo y hacerlo más coherente". Pero donde la RAE ve modernidad, los defensores del álma mater de la lengua española ven "aberraciones". Así lo han hecho saber estos días en todo tipo de artículos y, cómo no, en las redes sociales.

La sorpresa con nuestra RAE es mayúscula, pero si echamos la vista atrás hay palabras mucho más sorprendentes, y que, por cierto, levantaron tremendas polvaredas. Por ejemplo, ¿sabe usted que puede cocinar almóndigas en vez de albóndigas? ¿O que puede tomarse un güisqui y no un whisky? ¿O hacerse con una toballa en vez de con la toalla de toda la vida? Si busca un pantalón vaquero, mejor pídale al dependiente o dependienta un bluyín. Pero hay más: espanglish, friki, canalillo, culamen, muslamen, papamóvil, ugetista, pepero o sociata forman parte de su vocablo desde 2012. Entonces, la RAE también bendijo en su versión online el matrimonio homosexual al incluir en el apartado 'matrimonio' esta definición: "En determinadas legislaciones, unión de dos personas del mismo sexo". Su acepción acarreó un terremoto de reacciones porque era la primera vez que el diccionario referencia reconocía dicha unión. Recuerdo un mensaje de la socialista Elena Valenciano en twitter: "La RAE sí quiere... ahora le toca al PP".

Matrimonio homosexual está más que justificado, pero entiendo que las almóndigas, las toballas, los crocodrilos o los murciégalos levanten críticas en algunos sectores. En la RAE siempre han defendido que ellos "no promocionan palabras, solo registran lo que se impone, lo que la gente usa". De momento, no acaban de decidirse a abrir la puerta a cocretas, a amotos, a aradios o a las abreviaciones made in móviles. Pero no lo descarten; la RAE ya guasapea.