El presidente en funciones, que se ha pegado mes y medio sin hablar casi con los responsables de los otros partidos políticos convencido de que al ser el suyo el más votado deberían aplaudirle por ser tan desprendido y proponer la gran coalición, no sale de ahí. Le han dicho que nanay, pero no cambia la propuesta, si acaso empuja a los demás y les impele a que agilicen, que esto de seguir en funciones no tiene gracia. Y es que gestionar los asuntos de trámite no colma su agenda, acostumbrado como está a tomar decisiones de esas que le gustaban cuando con 186 diputados imponía lo que tocara. Fueron entonces los mejores resultados de la historia del PP y ahora, pese a su caída, tiene que contemplar cómo su tradicional contrincante, el PSOE, con los peores datos también de su historia le está quitando primero los focos y puede que hasta la residencia oficial. El único aspirante a la Moncloa reparte esta semana a los bloques políticos los papeles con los contenidos sobre los que habrá de negociar con las siglas que se presten, es de suponer que trampeando vetos. Como al PP no le enviará el documento sino que lo citará solo para informarle de lo que está intentando, el presidente en funciones ya ha contestado con una frase que suena inquietante: "Le atenderemos como se merece". Claro que una respuesta así, sin conocer todavía el alcance de la atención que le dispensarán, seguro que rima con el "no, no y no" que escucharon de boca socialista los populares. Que no se enreden, el aire sopla por otro lado. Periodista