El calendario y las conmemoraciones que sobre él trazan las organizaciones globales juega a veces malas pasadas o pone en evidencia las miserias de los mundos que se dan la espalda. Hoy es el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, en reconocimiento de los voluntarios y trabajadores que ayudan a hacer más llevaderas las calamidades que sufren sociedades enteras y a dar visibilidad a los conflictos que las generan.

Asistencia humanitaria es precisamente la que ejerce la oenegé Open Arms con su barco de salvación que, a la orilla de tierra italiana, debe lidiar con más de cien migrantes en su cubierta desquiciados ya por ser moneda de pulsos políticos en lugar de recibir la atención que merecen. A Salvini le da igual el 19 de agosto que el día de la papiroflexia. La oferta de Pedro Sánchez no la ve viable la oenegé, que insiste en atracar en la isla de Lampedusa, además de tardana.

Mientras cientos de embarcaciones de recreo navegan por las costas mediterráneas con sus tripulantes embadurnados de protección solar y el hielo pilé enfría los combinados del veraneo, algunos atrevidos migrantes del Open Arms se lanzan a ganar Lampedusa a nado. No es el refrescante baño que desentumece y activa la circulación antes de encarar el aperitivo a bordo de la Europa rica, es la última obsesión por pisar tierra tras 18 días de balanceo sin que la mayor unión de estados democráticos del planeta haya conseguido imponer la apertura de un puerto de acogida.

¿Día mundial... de qué?

*Periodista