Soy un tiquismiquis, no puedo evitarlo. Y ahora con la pandemia salto a la mínima. Estoy que exploto por cualquier minucia. Me pongo malo cuando veo escrito, por ejemplo, algún mensaje (normalmente en Facebook, Twitter o Instagram, donde la gente parece que no se molesta en poner las cosas bien, con propiedad, como si el escribir textos sin errores fuera una meta inalcanzable o directamente de mal gusto); me pongo malo, ya digo, cuando veo algún mensaje que dice "el evento será a las 12,30 horas". 12 coma 30 horas. Sí, repito la pifia: 12 coma 30 horas. Se me llevan los demonios, de verdad. Habría que matar a los que ponen esa coma. Se la hacía comer. Con patatas. O se la metía directamente como un PCR chino, venga ya. Es un error, por favor, un error muy común e imperdonable. Y muy extendido. No se pone esa coma, hombre. Hay que poner dos punticos, que cuesta poco. Sería así: "el evento será a las 12:30 horas". Correcto; mucho mejor. O bien con letras: el evento será a las doce y media.

¿Y por qué no se pone la coma? Porque la coma se usa para los números decimales. Y la hora, el tiempo, no se mide en el sistema decimal. ¿Cuántos segundos tiene un minuto? 60. ¿Y cuántos minutos tiene una hora? 60. Así es, la hora se mide en bloques de sesenta, se mide en el sistema sexagesimal. Un sistema muy sexy, por cierto. Hasta los niños lo saben. Los adultos, en cambio, lo han debido de olvidar. O se la trae al pairo, que también. Pero es que la belleza de los dos punticos es insustituible, por favor. Que no me los quiten. Que no me entere yo. Y menos por una coma de mierda. Llamadme tiquismiquis ("¡Tiquismiquis!"), vale, lo soy, pero poned los dos puntos cuando indiquéis la hora que sea, por favor. Los tiquismiquis del mundo, que somos muchos, os lo agradeceremos.