Todos lo llamamos Nano aunque su nombre completo es Laureano Garín Lanaspa, incluyendo el apellido de la madre, como a él le gusta. Ahora es noticia porque acaba de ganar el premio Aragoneses del Año, en su categoría de Valores Humanos, como presidente de la Asociación de Vecinos Cívitas de Las Fuentes.

La labor social desarrollada desde esta entidad durante años, su programa de desayunos escolares y el reparto de comida para las personas más vulnerables han sido reconocidos por los lectores de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN en pugna con otras entidades merecedoras asimismo del aplauso general.

 Por suerte para los que queremos a Nano, su esfuerzo y el de los hombres y mujeres que están con él en Cívitas es ya historia periodística, porque ser nombrado aragonés del año es un honor desde el mismo momento de las nominaciones. Estos premios muestran anualmente un Aragón rico y activo, de personas creativas y comprometidas que contrastan con el pesimismo diario que todo medio de comunicación, como esencia del periodismo, retrata.

Son muchos los colectivos que en los últimos años han reforzado su trabajo social para mitigar los efectos de las crisis económicas y por añadidura los de la pandemia. Las administraciones públicas, el tejido asociativo o la colaboración mixta están haciendo una labor no siempre reconocida por equilibrar una sociedad desigual.

En ese sentido, Cívitas es un agente más, y Nano un activista al uso. Sin embargo quienes le conocemos y queremos (con un temperamento tan complejo como sus inquietudes sociales) sabemos que estamos ante una persona especial.

Esto es lo que queremos significar con un artículo colectivo, firmado a dúo por dos de sus compañeros y amigos, pero recogiendo el pensar y sentir de muchas personas más, de diferentes ámbitos e ideologías. Podríamos decir, recordando al viejo Brecht de nuestra ilusionante juventud, que Nano es un imprescindible. Utilizando sus propias palabras, al recoger el premio en la fiesta de EL PERIÓDICO, es un fabricante de sueños colectivos, mirando a los más vulnerables. Copiando su expresión, Humanidad somos todos. Desde luego, humanidad es Nano.

Nano es un colaborador a inventar, un agitador a acompañar, un vecino a compartir y un amigo a preservar. Junto a estas y otras consideraciones, es por encima de todo un símbolo del zaragozano barrio de las Fuentes, un distrito que conoce como la palma de su mano. No hay calle, tienda, bar, mobiliario urbano, árbol, farola, baldosa o colectivo, por no decir vecino y vecina, que no concierna a Nano. Un remedo de sheriff cuyos dominios atraviesa la avenida Compromiso de Caspe. Con parada en San Adrián de Sasabe.

Como concejal socialista del Ayuntamiento de Zaragoza, Nano Garín se ocupó durante unos años de tareas relacionadas con equipamientos, mercados, bomberos, arquitectura, mayores… y todo lo que le pusieras por delante. Pero primero, siempre, presidente de Las Fuentes, donde pasear con él es comprobar el calor humano que despierta. Porque hay personas que no necesitan ni cargos ni bandas para saber dar y poder recibir.

En su discurso de agradecimiento, Nano definió la solidaridad como una luz invisible que enciende la esperanza hacia un futuro mejor. Defendió el valor de la colectividad y el voluntariado. Nos invitó a escuchar y ver mejor a los desposeídos en mundo egoísta. Abogó por el compromiso social y la solidaridad, y recordó que Cívitas, como otros proyectos, son la suma de muchas voluntades.

Laureano Garín Lanaspa, te damos las gracias desde el orgullo de ser tus amigos, y como testigos de una generosidad desbordante. En nombre de muchos amigos más, repitiendo tus palabras, sigamos construyendo sueños todos juntos. Nano, eres único.