Una mujer de 41 años fue asesinada ayer en Guadalajara por un hombre y se convirtió en la séptima víctima mortal en las últimas dos semanas. El pasado domingo, Katia moría asesinada en Zaragoza por su pareja, sobre la que había tres sentencias condenatorias y pesaba una orden de alejamiento. A pesar de que ya había habido denuncias y amenazas previas, el caso de Katia fue considerado de bajo riesgo por los sistemas de detección de malos tratos.

Es evidente que algo está fallando. EL PERIÓDICO DE ARAGÓN desvela en su edición de hoy que solo hay un policía especializado por cada 50 víctimas de malos tratos en riesgo. Esta cifra es lo suficientemente baja como para que las autoridades e instituciones aparquen en este asunto las valoraciones políticas y comprometan la dotación presupuestaria suficiente. La falta de agentes lleva a las comisarías de barrio de Zaragoza a ser las primeras en hacer una valoración inicial del riesgo de las mujeres que acuden a denunciar. Tan solo la mitad de las mujeres que sufren esta lacra social tienen protección policial. De poco sirve que se anime a denunciar, que es lo que hay que hacer siempre, si luego se produce el desamparo por falta de personal especializado como consecuencia de una escasa asignación presupuestaria.

Desde que hace casi 20 años se abordara la violencia machista como un asunto de Estado, y a pesar de que haya partidos de extrema derecha que la nieguen y banalicen este grave problema social, son casi 1.100 las mujeres asesinadas. En muchos casos su muerte se podría haber evitado con una mayor especialización de los profesionales de la Policía y la Justicia y con un abordaje integral e individualizado de cada caso.

En la actualidad tan solo hay 11 agentes de la Unidad de Familia y Mujer de la Policía Nacional para atender a 569 mujeres que son víctimas de la violencia de sus parejas o exparejas en Zaragoza, a las que hay que añadir las 130 de la provincia de Huesca y las 61 de Teruel. Una cifra elevadísima que obliga a extender todas las alertas. A estas mujeres se le suman otras 722 que son objeto de seguimiento, más espaciado en el tiempo.

La violencia machista exige un planteamiento transversal que impregne todos los ámbitos sociales. Asimismo, se deben establecer todos los mecanismos y los recursos posibles en las políticas de prevención, así como en las de formación, tanto para la ciudadanía en general a edades tempranas como para el personal que debe atender a las mujeres que son víctimas de ella. Porque algo está fallando a pesar de todos los esfuerzos. Y una sociedad es muy imperfecta si asiste impasible a esta terrible sangría.