Hay una canción mítica de principios de los años ochenta escrita por Rosendo e interpretada por el grupo Leño cuya letra me sigue y persigue estos días: Maneras de vivir. A día de hoy, cuando lloramos la pérdida de Ángel, tan dolorosa por lo inesperada como por lo anticipada a lo que debiera haber sido, sentimos que las pocas certezas que nos ayudaban a transitar el camino desaparecen como lo hiciste tú, sin avisar, sin despedirte, sin hacer ruido, sin querer. La vida de cada uno de nosotros es eso: nuestra manera de vivir, que no es otra cosa que nuestra manera de querer, de sentir, de estar, de ayudar... Eso exactamente en lo que tú, Ángel, eras tan experto, en amar, en auxiliar, en agradecer, en soñar... No he llegado a conocer a nadie tan puro como tú, tan libre de prejuicios, tan fiel a tus creencias de un progreso mejor para todos. A veces incluso me parecía un tanto ingenua esa serena convicción de que todo podría ir a mejor, creyente heterodoxo en la izquierda y la Iglesia. Sin embargo, visto desde hoy, cuando nos faltas, la tuya me parece la mejor de las opciones a seguir, como tu manera de vivir la mejor de las posibles. Una de tus ideas preferidas era la del carpe diem, la de vivir cada instante como si fuera el último; tomo tu testigo y trataré de que así sea para todos nosotros los que tanto te quisimos y te querremos. Ni tu vida ni tu despedida serán en vano pues has dejado aquí una semilla de generosidad y bondad que nada ni nadie podrá arrebatarnos. El dolor unánime que todos sentimos –amigos, compañeros, familiares...– no es sino una pequeña muestra de que tu saber hacer y tu saber vivir eran el camino. Viajero convencido de que en todos los lugares hay gente maravillosa por descubrir y a la vez gran amante de Aragón, su tierra, lector empedernido incluido mi espacio de opinión en este periódico, Ángel fue y seguirá siendo un ejemplo de coherencia incluso en los momentos más difíciles.

Como dice la canción «te busco y estás ausente», «voy cruzando el calendario», «olvidando el porvenir»… Tendremos que aprender a imaginar el porvenir sin ti en la mesa, sin ti en Navidad, sin ti en los cumpleaños, sin ti en el cine. Siempre supo dar en el clavo Rosendo para decir lo que hay que decir y cuando hay que decirlo. Y sin embargo se confunde Rosendo, o al menos se equivoca su canción cuando al comenzar afirma «no pienses que estoy muy triste». Sí lo estoy, lo estamos tanto... Buscamos consuelo y solo lo hallamos en la paz con la que te has ido, haciendo honor a tu nombre como un angelico que dormido sube al cielo. Solo espero estar a la altura de tus silenciosas enseñanzas, de tu fe en la gente y en la humanidad. Con todo mi cariño, hasta siempre Ángel.